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Leernos tiene sus privilegios

Natalia de la Sota quiere convencer al electorado cordobés de que no es kirchnerista

Su equipo insiste en marcar distancia, pero cada guiño recuerda más a un manual K que a una novedad local.

La política cordobesa parece empeñada en repetir viejos trucos con maquillaje nuevo, y Natalia de la Sota intenta mostrarse como lo que no es. La diputada asegura que su bandera es la previsibilidad frente a Milei, pero el oficialismo provincial ya trabaja para instalarle un traje kirchnerista a medida. Entre acusaciones cruzadas y encuestas que todos leen a su conveniencia, el juego está armado.

En el Panal descuentan que la fuga de votos de la exsociedad peronista será mínima, convencidos de que su campaña nacionalizada les dará rédito electoral. En Defendamos Córdoba aseguran que Natalia crece sin freno en las encuestas y que su proyección no tiene techo, como si fuera una startup política. La guerra de relatos anacrónicos promete más espuma que contenido real.

La versión cambia según convenga porque algunos insisten en que la invitaron a la lista de Schiaretti y otros juran que nunca existió tal oferta. Lo cierto es que todos juegan al mismo truco de siempre: victimizarse cuando los excluyen y mostrarse como rebeldes cuando se quedan afuera. En definitiva, es el viejo manual del peronismo reciclado para consumo electoral de una base de votantes cada vez más reducida.

El juego de acusaciones que todos ensayan en campaña

El equipo de De la Sota busca instalar que son los únicos coherentes, ya que votaron contra la ley Bases y los ajustes de Milei. En ese libreto la diputada aparece como guardiana de jubilados trabajadores y discapacitados mientras deja a Schiaretti y Llaryora como sospechosos. El problema es que esa misma épica, replicada en épocas anteriores, ya tuvo resultados bastante parecidos.

La respuesta a la etiqueta de kirchnerista fue automática porque en Córdoba esa palabra es un anatema que todos utilizan contra el rival de turno. En su búnker armaron un catálogo de prontuarios kirchneristas ajenos con ministros de CFK reciclados y viejas fotos de aliados que saltaron al PJ provincial. El archivo como arma política no falla, y más considerando el antikirchnerismo cordobés, pero tampoco suma votos.

La paradoja más grande es que mientras señalan con el dedo al kirchnerismo, sus propuestas y discursos se parecen demasiado a los de aquel espacio. La diputada pretende un Estado grande, sostener subsidios y garantizar la resistencia a Milei, un guión que ya sabemos cómo terminó a nivel nacional. Así, aunque busca diferenciarse del kirchnerismo, termina vendiendo el mismo producto con otra etiqueta.

Derechadiario.com