Un relevamiento del equipo de Federico Sturzenegger reveló que los gremios recaudan por empleado hasta $1,3 millones anuales a través de aportes compulsivos. El Ejecutivo busca limitar lo que considera “impuestos privados” que afectan la libertad de asociación.
En medio del debate por la reforma laboral, un informe del equipo que lidera Federico Sturzenegger en el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado reveló el enorme peso de los aportes sindicales obligatorios.
Los trabajadores argentinos pagan hasta $1,3 millones por año en contribuciones a los gremios, que en conjunto recaudan casi $2 billones anuales, equivalentes a más de US$1300 millones.
El estudio analizó más de 50 convenios colectivos y detectó múltiples “aportes compulsivos”, incluso de empleados no afiliados.
El más frecuente es el “aporte solidario”, aunque también se incluyen pagos a cámaras empresariales e institutos controlados por los sindicatos.
El gremio de encargados de edificios cobra un 2% de aporte solidario y un 7,5% adicional, lo que equivale a $1,3 millones por trabajador al año.
Camioneros, con más de 240.000 afiliados, recauda unos $206.000 millones anuales, o $845.000 por trabajador. En Comercio, que agrupa 1,2 millones de empleados, los aportes llegan a $1 billón, cerca de $803.000 por persona.
En Construcción, los montos superan $1 millón por trabajador, mientras que los gastronómicos recaudan alrededor de $228.000 millones, y los metalúrgicos, $96.000 millones.
Sturzenegger calificó estos mecanismos como “una suerte de impuesto privado que no corresponde” , según indicó, el esquema actual refleja un sistema “arcaico y coercitivo” que desalienta el empleo formal.
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