El economista Brad Setser, del Council on Foreign Relations, reveló que el Gobierno argentino firmó un acuerdo de confidencialidad con Estados Unidos que impide conocer los términos del apoyo financiero del Exchange Stabilization Fund. Mientras tanto, el Banco Central sigue sin recomponer reservas y el país se sostiene con swaps, deudas y silencios.
El ex asesor del Tesoro norteamericano expuso en redes un dato alarmante: Argentina firmó un non-disclosure agreement (NDA) con el gobierno de Estados Unidos que le prohíbe divulgar los detalles del nuevo respaldo financiero que intenta sostener la frágil estabilidad cambiaria. La maniobra, conducida por Luis “Toto” Caputo, vuelve a poner en evidencia la dependencia del país respecto de Washington y el agotamiento del modelo económico de Javier Milei.
Brad Setser, economista especializado en deuda soberana y flujos de capital, advirtió que el acuerdo de confidencialidad firmado por funcionarios argentinos con el Tesoro estadounidense impide conocer los términos concretos del respaldo financiero del Exchange Stabilization Fund (ESF). En palabras del propio Setser: “Argentine officials have signed a non-disclosure agreement with the US which prohibits them from sharing any specifics. The terms of the Exchange Stabilization Fund’s support for Argentina won’t be public.”
La frase no es menor. Significa que el supuesto “auxilio financiero” norteamericano —una línea de crédito de emergencia del ESF— no podrá ser auditado, discutido ni siquiera explicado públicamente. En la práctica, Milei y Caputo han entregado soberanía económica bajo una cláusula de confidencialidad que blinda a Estados Unidos y deja a la sociedad argentina en la oscuridad.
Setser, un experto de peso en el Council on Foreign Relations (CFR), fue contundente al analizar la política cambiaria del gobierno: “Argentina conspicuously failed to accumulate fx inside the band between April and September.” Es decir, el Banco Central no logró recomponer reservas durante el período en el que el tipo de cambio se mantuvo en una franja teóricamente favorable. Ni siquiera el esquema de “bandas” ideado por Caputo sirvió para estabilizar el frente externo.
Los gráficos publicados por Setser lo muestran con crudeza. En su análisis de las reservas internacionales netas, la posición argentina sigue siendo negativa: el país sostiene su precario equilibrio con swaps de China, depósitos en dólares de los bancos y un entramado de derivados y pasivos en pesos indexados al dólar. La imagen es devastadora: desde 2010, las reservas líquidas se erosionaron sistemáticamente, y a partir de 2022 el deterioro se profundizó con el uso intensivo del swap chino y los créditos contingentes del FMI.
La decisión de recurrir al Exchange Stabilization Fund —una caja opaca manejada por el Tesoro norteamericano para operaciones de emergencia— revela el aislamiento financiero total de Argentina. Ni el FMI ni los mercados privados confían en Caputo; el gobierno depende de un salvavidas bilateral que llega bajo condiciones desconocidas y probablemente leoninas. El propio Setser lo describe con ironía: “Without the Treasury, Argentina doesn’t have the funds to do a buyback.” Dicho de otro modo: sin el dinero norteamericano, la operación de recompra de bonos que promociona el Gobierno es una ficción.
Mientras tanto, Milei insiste en su relato de “libertad económica” y “reducción del Estado”, pero los hechos lo contradicen: el ajuste interno se financia con deuda externa y bajo supervisión extranjera. Las reservas del Banco Central no crecen, los dólares comerciales se diluyen y el superávit comercial se evapora ante los pagos de intereses y los compromisos con Beijing. Setser documenta que, lejos de acumular divisas, Argentina sigue cavando su propio pozo de iliquidez.
En contraste, el economista también observa el crecimiento explosivo de las exportaciones chinas, sobre todo de autos eléctricos y vehículos híbridos enchufables. Los gráficos que acompañan su análisis son elocuentes: China ya exporta más de 8 millones de autos al año, y de ellos, cerca de 4 millones son eléctricos o híbridos, una cifra que supera la producción mundial de Tesla. Mientras el gigante asiático desplaza a Alemania y Japón como potencia automotriz, Argentina se hunde en la dependencia energética y la desindustrialización.
El contraste no es casual. China apuesta por la acumulación productiva y tecnológica; Argentina, por la especulación financiera y los acuerdos secretos. La asimetría es brutal: Pekín inunda el mundo de bienes manufacturados, Buenos Aires importa dólares a crédito.
El mensaje de Setser, leído en clave política, es lapidario: “It really is time for a change.” No se trata sólo de mover el “crawl” de 1% a 1.5% mensual, como intenta Caputo. Se trata de reconstruir una política económica que deje de girar alrededor del dólar, los swaps y los acuerdos opacos. Pero Milei parece avanzar en la dirección contraria: privatiza activos, desmantela el Estado y entrega la política cambiaria a Washington, bajo contrato de confidencialidad.
En definitiva, el “secreto financiero” entre Buenos Aires y Washington sintetiza el verdadero rostro del actual programa económico: un modelo dependiente, opaco y sin horizonte de desarrollo, sostenido en la ficción de la libertad de mercado pero anclado en los pactos más duros del neoliberalismo financiero. El país no sólo carece de reservas: carece de soberanía monetaria y de rumbo.
Fuente:
Brad Setser, Council on Foreign Relations (CFR) — Publicaciones y gráficos disponibles en su cuenta oficial de X (Twitter): @Brad_Setser
Blog del CFR: https://www.cfr.org/blog/setser
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