La muerte de Nazareno Isern volvió a exponer el drama de la inseguridad y el impacto devastador de años de descontrol delictivo.
Nazareno Isern tenía 21 años. Este lunes fue asesinado de un balazo en la cabeza por dos delincuentes que intentaron robarle la bicicleta cuando volvía de un paseo junto a una amiga, en la colectora de la autopista Riccheri. El caso generó una ola de tristeza e indignación, especialmente porque el joven ya había advertido sobre la inseguridad meses atrás, cuando sus abuelos fueron brutalmente asaltados en su casa de Villa Madero.
La escena del crimen, a la altura del kilómetro 8, dejó en evidencia la violencia con la que operan bandas jóvenes que actúan sin límites y con total desprecio por la vida. Según la investigación, los ladrones interceptaron a Nazareno y a su amiga con el objetivo de robarles y, ante la resistencia del joven, dispararon antes de escapar por las calles cercanas a la autopista.
El reclamo que hoy resuena con más fuerza
Nueve meses antes de su muerte, Nazareno había sido entrevistado en televisión tras el violento asalto que sufrieron sus abuelos, quienes vivían solos y fueron atacados dentro de su casa por delincuentes que ingresaron por los techos.
En aquel momento, el joven contó que su abuelo estaba postrado en la cama y que la pareja fue torturada durante dos horas mientras los ladrones buscaban dinero y objetos de valor. La casa había quedado completamente revuelta. El testimonio de Nazareno reflejaba con crudeza el nivel de indefensión al que había sido empujada una familia trabajadora.
Hoy, ese mismo relato vuelve a tomar una dimensión estremecedora: el joven que pedía seguridad para sus abuelos terminó siendo víctima de la violencia que denunciaba.
Una prioridad para el Gobierno nacional
El asesinato reaviva un debate central en la Argentina: el de la seguridad como condición indispensable para la libertad. Mientras la Justicia, a través del fiscal Fernando Semisa, intenta identificar a los autores del homicidio, desde el Gobierno nacional se insiste en la necesidad de recuperar el orden tras años de desidia y políticas fallidas.
Javier Milei y su equipo sostienen que el país no puede seguir tolerando que jóvenes trabajadores, estudiantes o familias enteras queden expuestas a criminales que actúan a plena luz del día. La lucha contra la inseguridad, afirman, es parte del compromiso más amplio de reconstruir un Estado que vuelva a proteger a quienes cumplen la ley.
Una vida truncada y la urgencia del cambio
Nazareno tenía apenas 21 años y un futuro entero por delante. Su historia se transforma hoy en un símbolo del drama que enfrenta la Argentina y en un recordatorio de por qué es clave avanzar en políticas firmes que permitan devolver la tranquilidad a las calles.
La causa quedó caratulada como homicidio en ocasión de robo, y las fuerzas de seguridad trabajan para dar con los responsables. El país, mientras tanto, llora a un joven que ya había levantado la voz pidiendo exactamente lo que hoy todos reclaman: vivir sin miedo.
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