Esta madrugada (04:00 hrs) zarparía la corbeta Parker remolcada desde Tandanor hacia la Base Naval Puerto Belgrano en una operación de alto riesgo que pondría en peligro a la tripulación. Ellos se niegan a navegar la por el alto riesgo. Indican que la nave está “vacía, remendada y sin condiciones” —que la dejaron hueca tras trabajos que no se habrían realizado— y que la travesía sería de 4 días a remolque, insalubre y en condiciones mínimas. Es una Corbeta Meko 140 que fue llevada originalmente Tandanor para reconvertir en patrullero. Sólo la vaciaron, pagaron a Tandanor por trabajos que nunca hicieron (10 millones de dólares) y compraron materiales y equipos que son inútiles para este buque, o lo que queda de él.
En un escenario donde la necesidad de incrementar capacidades se vuelve imperiosa frente a un entorno cada vez más complejo, la Armada Argentina atraviesa un presente marcado por proyectos de modernización que avanzan con lentitud, permanecen inconclusos, mientras que otros totalmente paralizados. El astillero Tandanor es el escenario principal de algunas de estas iniciativas, hoy marcadas por la incertidumbre y las demoras: la fallida conversión de la corbeta ARA Parker en patrullero oceánico —cancelada al inicio de la actual gestión del Ministerio de Defensa y la Armada—, la construcción de una nueva serie de remolcadores y la postergada incorporación del buque hidrográfico ARA Petrel. Estos casos exponen el dilema estructural de una fuerza que busca sostener su presencia en el mar en un contexto presupuestario restringido.
El fallido proyecto de conversión del ARA Parker y la reducción de la Flota de Mar
A finales de 2021, la corbeta MEKO 140 ARA Parker fue trasladada a las instalaciones de Tandanor con el objetivo de reconvertirla en un patrullero oceánico. Este plan contemplaba la modernización de interiores, la remoción de equipos, la incorporación de un radar desarrollado por INVAP y la instalación de sensores optrónicos en colaboración con CITEDEF. La propuesta se apoyaba en antecedentes internacionales, donde buques de combate obsoletos fueron transformados para tareas de patrullado y vigilancia.

Los trabajos iniciales llegaron a realizarse, pero a principios de 2024 la conducción entrante de la Armada decidió cancelarla. Cabe destacar que la Armada cuenta con cuatro unidades especializadas adquiridas a partir de 2020, siendo los cuatro Patrulleros Oceánicos clase Bouchard, a saber: el ARA Bouchard (P-51), Piedrabuena (P-52), Storni (P-53) y Contraalmirante Cordero (P-54), optimizados para el control de la Zona Económica Exclusiva (ZEE).
Esta situación debe leerse en un contexto de contracción de la Flota de Mar. En los últimos años, la Armada dio de baja al destructor ARA Heroína (fuera de servicio desde 2008) y relegó a las corbetas A-69 a funciones de patrullado hasta su reemplazo por las OPV de origen francés. La transformación de buques de combate en patrulleros ha tenido antecedentes en Francia (corbetas clase A-69 Estienne d’Orves) y España (corbetas clase Descubierta), donde las unidades fueron despojadas de sus misiles y reclasificadas como patrulleros de altura.

En el caso argentino, la fallida reconversión del ARA Parker deja al descubierto la falta de renovación de la flota de mar. La última incorporación fue la corbeta ARA “Gómez Roca” (P-46), finalizada en 2004 tras más de una década de construcción paralizada. Desde entonces, las MEKO 360 y 140 continúan siendo el núcleo de la Flota de Mar, sin haber recibido actualizaciones de media vida en sus sistemas, que datan de hace más de 40 años. La capacidad operativa se sostiene gracias al esfuerzo del personal naval, pero contrasta con programas de modernización regionales, como las fragatas Tamandaré de Brasil o la construcción de nuevas fragatas en Perú junto a HD Hyundai Heavy Industries.
Zona Militar y @gonziver Periodista














