El caso reaviva el debate sobre seguridad, control migratorio y asilo en Europa.
Un solicitante de asilo nigeriano, registrado en Países Bajos bajo el nombre “Chris Jude”, compareció por primera vez hoy ante un tribunal de Ámsterdam acusado de asesinar a una joven de 17 años, identificada como Lisa, y de violar a otra mujer — de aproximadamente 30 años — sólo cinco días antes. Frente al juez, el acusado apenas dijo cuatro palabras para confirmar sus datos personales y rechazó declarar sobre los hechos.
El asesinato ocurrió en la madrugada del 20 de agosto, cuando Lisa volvía en bicicleta a su casa desde el centro de Ámsterdam. Cámaras de seguridad captaron a un hombre siguiéndola en una bicicleta negra con horquilla delantera blanca. Esas imágenes muestran al sospechoso tras la víctima desde Spaklerweg hasta el lugar donde luego fue hallada empujada contra la hierba.
Según la reconstrucción de la fiscalía, a las 4:07 de la mañana la joven alcanzó a llamar al 112 gritando “No, ayúdame” antes de que la línea quedara en silencio. Cuando la policía llegó, ya la encontró sin vida. Cerca del cuerpo hallaron su teléfono, documentación y una sudadera gris que contenía ADN tanto de la víctima como del imputado. Además, se registraron huellas húmedas y rastros de bicicleta, lo que sugiere una huida apresurada.
El día siguiente, agentes ingresaron al centro de asilo donde el sospechoso vivía desde hacía pocas semanas. Cámaras mostraron al acusado lavándose la cara, brazos, piernas y zapatos en un grifo exterior; su bicicleta estaba estacionada allí. En su taquilla encontraron un cuchillo con ADN de Lisa, junto con ropa mojada en un balde.
Paralelamente, la fiscalía lo vincula con la violación de una mujer ocurrida el 15 de agosto en Weesperzijde. En ese caso, la víctima sufrió múltiples heridas, incluso la fractura de mandíbula. Los videos del ataque muestran la misma bicicleta característica y el mismo recorrido hacia el centro de asilo. El ADN recolectado allí también coincide con el del acusado.
Según datos de la defensa, el hombre dice tener 22 años, ser nigeriano y haber llegado a Europa sin documentos. Reporta que fue trasladado desde Nigeria a Italia por vía marítima, luego registrado en Ter Apel el 21 de junio — apenas dos meses antes de los hechos. Sus abogados alegan que sufrió abusos en orfanatos de Nigeria y Túnez y que padece alucinaciones auditivas desde la infancia, lo que le habría llevado a abandonar el centro de asilo en las noches previas a los ataques. Afirman que no recuerda cómo se lastimó las manos ni cómo obtuvo el cuchillo. Por ahora no confesó ni negó los hechos, y declinó declarar hasta que “pueda hacerlo”.
La fiscalía consideró que existe un claro riesgo de fuga y presentó pedido de prisión preventiva, aprobado por el tribunal. El acusado permanecerá encarcelado hasta la próxima audiencia, prevista para el 11 de febrero de 2026. Además, será sometido a una evaluación psiquiátrica en el centro especializado Pieter Baan a principios del próximo año.
Este caso reaviva una vez más los cuestionamientos sobre los controles migratorios y el sistema de asilo en Europa. Las pruebas recopiladas — cámaras, ADN, testigos, mochila, bicicleta, cuchillo — describen un modus operandi claro y, hasta ahora, una ausencia total de colaboración por parte del imputado. En un contexto donde la seguridad ciudadana y la protección de víctimas inocentes son prioritarias, este episodio demuestra las consecuencias del sistema migratorio de puertas abiertas.
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