El dirigente comunista y okupa Juan Grabois declaró cuentas en el exterior y consumos por encima de sus ingresos.
Juan Grabois se presenta como el abanderado de los excluidos, el dirigente que dice representar a los “descartados” del sistema. Sin embargo, su vida privada y su modo de consumo revelan una realidad muy distinta: un dirigente de clase media alta, con estudios universitarios, contactos políticos de primer nivel y un estilo de vida que poco tiene que ver con la pobreza que dice combatir.
Es fundador del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), organizaciones que reciben millonarios aportes estatales y se integran dentro del Frente Patria Grande, espacio político que responde directamente al kirchnerismo.
Desde allí, Grabois predica un discurso de lucha de clases y condena al capitalismo “depredador”, a la propiedad privada y al libre mercado. Sin embargo, al observar su vida cotidiana, se impone la contradicción: viaja frecuentemente, vive en condiciones confortables y su familia no padece la precariedad que él denuncia en los medios. Lejos de la economía “popular” que defiende, su estilo de vida se asemeja al de un dirigente privilegiado, con recursos y acceso a bienes de consumo que contradicen su retórica igualitarista.
En su declaración jurada, el comunista declara gastos por encima de sus ingresos y cuentas en el exterior. Algunas de esas cuentas están en dólares, la moneda del “imperialismo que dice combatir, aunque no declara en la misma su radicación y contenido.
Mientras ocupa propiedad privada “para los desposeídos” declara recibir una propiedad en carácter de “donación” en una de las municipales con más alto nivel socioeconómico de Buenos Aires, San Isidro. Como típico dirigente social peronista, decide establecer su domicilio lejos de sus municipios bandera como La Matanza o José C. Paz, destacados por el alto nivel de pobreza y delincuencia.
Dice poseer un humilde Renault 19 como vehículo personal, con un valor fiscal de $0. Porque al parecer aún no ha encontrado quien le done uno mejor, para el dirigente resultó más fácil recibir de donativo una propiedad de 134 metros cuadrados en una de las localidades más costosas del país.
Juan Grabois es, en definitiva, un caso más de la izquierda de manual: habla en nombre de los pobres mientras vive con las comodidades de la clase media acomodada. Una versión aggiornada del populismo argentino que dice luchar por los marginados, pero nunca deja de disfrutar de los beneficios del poder.
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