Pocos saben, a ciencia cierta, cuántos millones danzan en el negocio de las vacunas. Las empresas farmacéuticas suelen cobrar altos precios por tecnologías médicas desarrolladas, en parte, con fondos públicos. Y lo cierto es que la pandemia habilitó una herramienta clave al servicio de la corrupción: “La emergencia”, que habilita prácticamente a todo.

Poco y nada se sabe de la vacuna Sinopharm, que llega a la Argentina esta semana. Los laboratorios chinos actualmente están produciendo tres vacunas contra el coronavirus, y esta es una de ellas. Recientemente, el gobierno nacional negoció la adquisición de 1 millón de dosis y autorizó su uso “como emergencia”.

Sinopharm, según sus propias publicaciones, tiene una eficacia del 79,34 por ciento, aunque los resultados de la fase III del ensayo clínico aún no fueron publicados. Desarrollada en colaboración con el Beijing Institute of Biological Products, fue probada desde finales de agosto en 3.008 argentinos, mediante la intermediación de las fundaciones Huésped y Vacunar.

Es justamente en esta sociedad, aprobada por el propio gobierno argentino, que comienzan las extrañas coincidencias. El director científico de la fundación Huésped es el infectólogo Pedro Cahn, quien además es uno de los asesores del comité de expertos del presidente Alberto Fernández.

Una de las asesoras científicas de la fundación Vacunar es Florencia Cahn, hija de Pedro Cahn. Curiosamente, Vacunar y Huésped se asociaron en las pruebas de Sinopharm.

En la fundación Vacunar figura como asesora a otra persona clave: la ex secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti. En otra casualidad, justo asumió como ministra de Salud en reemplazo de Gínés González García apenas unos días antes de que despegue el avión argentino a China en busca de la vacuna que ellos mismos testearon.

El patrocinador del estudio en Argentina, según los informes de la propia fundación Vacunar, no es otro que Laboratorios Elea, una empresa de capitales nacionales fundada en 1939. Uno de sus propietarios es Hugo Sigman, amigo personal del presidente Alberto Fernández. Tanto, que el presidente se presentó en sociedad en su planta de Garín al inicio de su gobierno. Se conocen desde la época del gobierno de Néstor Kirchner.

Una vez más, pareciera quedar demostrado que todo en la Argentina vale para hacer algún negocio. Incluso la salud de los propios argentinos. (www.REALPOLITIK.com.ar)

 

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