El Gobierno ya está planificando el próximo incremento.

El lunes empezará a regir el aumento que se decidió sobre fin de año y que llevará el boleto mínimo de colectivos de los actuales $52,96 a $76,92, es decir, un 45% de incremento. Pero ese mismo día se dará inicio al proceso de revisión integral para tener un nuevo esquema vigente el 1° de febrero. En el Gobierno trabajan con un objetivo claro: los colectivos deberían costar, al menos, $270 por tramo, y el ferrocarril un 60% de ese valor, es decir, $160.

“Nuestro objetivo es colocar la tarifa en valores similares a los del interior. Y con eso no sólo me refiero a lo que sucede en provincias como Córdoba o Santa Fe, sino también, en Mar del Plata, donde se viaja en transporte urbano a cambio de $297”, indicaron desde la secretaría de Transporte.

El Ministerio de Infraestructura, que maneja Guillermo Ferraro, y del secretario de Transporte, Franco Moguetta, también se empieza a delinear una fórmula de actualización para que el precio no se desacople de los costos de operación. Pero, a diferencia de lo que estaba vigente hasta diciembre, si bien fue suspendido en agosto -actualización por inflación todos los meses-, el Gobierno intentará que ese revalúo no sea mensual.

En principio, el lunes empezaría el proceso de audiencias públicas. La idea en el ministerio en materia de transporte automotor es un pedido de aumento para que la tarifa mínima esté en torno a $300. De ahí en más, hay que ver qué se consigue, piensan en el oficialismo. Para el boleto de tren, en cambio, se tomará como referencia el de colectivo. En los papeles preliminares está calculado que, para pasar un molinete y llegar a un andén, habría que desembolsar el 60% de lo que se paga por el medio alternativo, es decir, alrededor de $160. Pero esto no será una regla que se mantendrá, sino todo lo contrario: piensan que, con el tiempo, ambas brechas deberían achicarse y ambos cuadros tarifarios tenderían a igualarse.

Entre la argumentación que mostrará el oficialismo en la audiencia sobresalen algunos números que expresan la catástrofe tarifaria que dejó el kirchnerismo en materia de transporte. Actualmente, la recaudación por pasajes vendidos en los colectivos del área metropolitana aporta apenas 6% del total del costo del sistema, mientras que, en el tren, ese mismo ítem recauda no más del 0,7% del total del desembolso necesario para que las empresas estatales presten el servicio.

Para completar el cuadro: hasta hace 22 años, el colectivo no tenía subsidios y los argentinos podían pagar su pasaje. Actualmente, el Estado aporta 1 de cada 10 pesos necesarios para que circulen las unidades.

Si el cronograma se mantiene, en febrero ya estará listo este fuerte aumento de precios del transporte. Entonces, consideran, podrían empezar a bajar los subsidios. Si bien la proporción de aportes públicos versus tarifa cambiará, nadie es tan optimista en el corto plazo. Sucede que también se actualizarán los costos de la explotación, principal queja de los transportistas. No es para menos: para pagar subsidios, el Estado usa un cálculo de explotación con valores expresados en agosto pasado.

De acuerdo con la última resolución que se publicó en ese mes, mediante la que se actualizaron los costos para poner en marcha el colectivo, se estimó que una cubierta de las que utilizan estas unidades se podía reponer en diciembre a cambio de pagar $192.866. Nada más alejado de la realidad, ya que, inflación y devaluación mediante, el precio del producto (FS440 275/80), según un relevamiento de mercado, cuesta $546.737 al contado. Claro que se puede financiar a 60 días, pero el valor se va a $656.080.

Otro ejemplo es el gasoil. De acuerdo a es planilla vigente, el Estado reconoce $362 el litro de gasoil, mientras que los colectiveros desembolsan más de $800, según se trate de grado 2 o de grado 3, y si está dentro del cupo que tienen subsidiado o del que compran por fuera del convenio.

Serán meses complicados para los usuarios hasta que los funcionarios logren avanzar con la estructuración de un nuevo esquema de subsidios sobre la demanda, es decir, los pasajeros, y no sobre la oferta, los empresarios.

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