La ministra armó el equipo para su segundo tiempo en el Ministerio de Seguridad. Tito Ventura, García de Luca, Angelini y Arabia, los elegidos. Perfiles y roles.

Para su segundo tiempo en el Ministerio de Seguridad, Patricia Bullrich sentó a su mesa chica a un pequeño grupo de técnicos y políticos de su extrema confianza, mientras todavía delinea el organigrama oficial de su cartera. Integrado por los funcionarios Vicente Ventura BarreiroSebastián García de Luca y Federico Angelini, además del diputado Damián Arabia, la aún presidenta del PRO busca refundar los hitos de su primera gestión -que dejaron tanto la doctrina Chocobar, como el caso de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel– con mayor eficiencia. “Tenemos más experiencia y capacidad que en aquellos años”, repite un hombre al tanto de los movimientos ministeriales.

El segundo

De bajo perfil y especialista en materia de seguridad, inteligencia criminal y derecho, Ventura Barreiro, Tito, como lo apodan, es el principal sostén de Bullrich. “Es el que más sabe, un técnico que conoce muy bien cada función”, describió a Letra P un dirigente que dialoga con él habitualmente.

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Tito tiene un amplio currículum, que le ayudó a ocupar distintos cargos en la gestión pública, aunque también es un hombre de la política. Comenzó con su formación a fines de los ochenta en el Liceo Militar General San Martín; luego, egresó de la carrera de Abogacía de la Universidad Católica Argentina (UCA) y siguió con un master en Administración y Derecho de la Seguridad Pública en la Universidad Carlos III de Madrid. Tiene otros magisteres y doctorados en la Universidad del Salvador, donde, por caso, también se recibió la exvicepresidenta Gabriela Michetti.

Uno de los puestos más destacados que ocupó fue el de viceministro de Seguridad bonaerense durante los cuatro años de gobierno de María Eugenia Vidal, cuando al mando de la cartera estuvo Cristian Ritondo, presidente del bloque PRO en la Cámara de Diputados. De ahí que la coronación de Ventura Barreiro como el “segundo de Bullrich” haya sido un camino natural. Junto a su jefa, tendrá el desafío de ampliar con pericia el Protocolo antipiquetes en un contexto de crisis económica y ajuste y resolver problemáticas estructurales en algunas zonas calientes del país.

El mimado

Tito tiene bajo su órbita al santafesino Angelini, quien está al mando de la Subsecretaría de Intervención Federal. Quienes lo conocen aseguran que entre sus características se destaca la amalgama entre la rosca y el lado institucional de la política. Recuerdan que para acceder desde Santa Fe a algún dato de la Casa Rosada, entre 2015 y 2019 había que marcar el teléfono de Angelini, uno de los pocos que en aquel momento tenía línea directa con el fundador del PRO.

Bendecido por Mauricio Macri y mimado por Bullrich, tomó relevancia pública en marzo del 23, cuando reemplazó a la presidenta del partido amarillo, quien había anunciado que se tomaría licencia en el cargo partidario para dedicarse de lleno a la campaña presidencial. Si bien ocupó esa silla algunos meses, le permitió sentarse en más de una oportunidad en la mesa nacional del PRO, a instancias de las intensas peleas que por entonces enfrentaban halcones y palomas de Juntos por el Cambio.

Ahora, con el segundo tiempo de Bullrich en Seguridad, Angelini deberá adentrarse en un perfil de gestión para resolver la creciente inseguridad en el conurbano bonaerense y, especialmente, Rosario, ciudad de la que es oriundo.

El rosquero

Quizá el otro lado de la moneda de Tito Ventura sea García de Luca, un hombre 100% de la política, armador natural y hábil rosquero por fuera de la órbita macrista, sobre todo con peronistas, radicales y vecinalistas. Prudente, de tono calmo y mucho diálogo, es otro de los que se sientan a la mesa de la ministra.

Con el cargo de secretario de Articulación Federal, García de Luca no tiene injerencia en el manejo de las fuerzas de seguridad; su tarea es tender puentes y resolver inquietudes de los gobernadores y de las intendencias de todos los espacios políticos. A mucha de esa tropa la conoce de los años que ocupó el cargo de viceministro del Interior, debajo de su mentor, Emilio Monzó, a quien elogia cada vez que puede, pero con quien rompió relación. “Lo mandamos a jugar con Bullrich y se enamoró”, devuelven en el monzoísmo, en referencia a que fue clave en el triunfo de los halcones por sobre el equipo moderado de Horacio Rodríguez Larreta.

La cercanía de De Luca con Bullrich viene de aquellos primeros años de Cambiemos. La relación comenzó a construirse en los primeros días de la gestión de Macri sin que ninguno de los dos lo buscara, cuando se cruzaban por los pasillos de la Casa Rosada sabiendo que eran los leprosos de una gestión asediada por tecnócratas que los esquivaban, como Marcos Peña y Mario Quintana, convencidos de que el “gradualismo” se aplicaría con las variables surgidas de los focus group y los timbreos.

El consejero

La mesa de cercanos se completa con Arabia, un referente de la nueva generación que suele citar a Hernán Lombardi, una suerte de viejo mentor del ultramacrismo que no dudaba en hablar de ajuste extremo y mano dura implacable mucho antes de que emergiera el nombre Javier Milei.

Si bien Arabia no integra la estructura orgánica del ministerio -es diputado por la Ciudad de Buenos Aires- estuvo en algunos encuentros en los que sólo había funcionarios del área. Director de Prevención de la Corrupción en el Ministerio de Seguridad desde 2018 hasta el fin del primer mandato de Bullrich, obtuvo después un nuevo rol multifacético desde el llano: vocero de la jefa de los halcones desde los primeros días que comenzó a soñar con ser presidenta y consejero informal en algunos temas.

El legislador fue quien le recomendó participar en 2022 de algunos eventos culturales, como el Cosquín Rock, el festival que reúne cada año a miles de personas, con la intención de levantarle el perfil en redes y medios de comunicación.

También fue quien le recomendó a la por entonces precandidata presidencial llevar al Luis Petri como compañero de fórmula. A pesar de la derrota, algunos dicen que el radical devenido ministro de Defensa le debe un vino a Arabia. Petri y Arabia son dueños de viñedos en Mendoza, pero, según pudo saber este medio, todavía no hubo ningún tipo de presente morado al respecto.