Juan Chediack, ex presidente de la Cámara de la Construcción, se accidentó en un avión y su estado es crítico. Es arrepentido en la causa Cuadernos. Fue quien dijo que le dejaba el dinero a De Vido en su casa, al lado de un bonsai. O en el baño del despacho.

Chediack había sido mencionado por Wagner, que reconoció la existencia de un “club de la obra pública”, por lo que se presentó ante el fiscal Carlos Stornelli.

En agosto de 2016 –en ese momento presidía la Cámara Argentina de la Construcción–, dijo que sabía de la existencia de coimas en el sector constructor. “Cristina Kirchner, Julio De Vido y José López sabían que había empresas que cobraban antes que otras. Por supuesto que sabía que había coimas en Vialidad. Nosotros lo hemos dicho. La Cámara siempre estuvo en contra de esto. Hay causas abiertas desde el 2008 que nunca avanzaron y avanzan ahora. Lo habían denunciado Elisa Carrió, [Darío] Díaz Pérez”, reconoció.

Billetes en el bonsái

El de Chediack es, tal vez, uno de los testimonios que describe con mayor crudeza la trama de sobornos durante el kirchnerismo, ya que no solo declaró en la causa que la propia Cristina Kirchner tenía relación directa con José López, a quien señala como uno de los recaudadores, sino que confesó haber realizado al menos cinco pagos a Julio De Vido.

Sin medias tintas, Chediack aseguró que fue el propio exministro de Planificación Federal quien le dijo en julio de 2003 (es decir, apenas tres meses después de haber asumido Néstor Kirchner) que tenía que pagar para poder obtener obras públicas.

“‘Si querés seguir trabajando tenés que pagar’. Realmente me sentí amedrentado con esta situación; nunca me había pasado algo similar”, declaró ante la Justicia el empresario que le dijo De Vido.

No es el único pasaje en el que Chediack habla de amenazas o malos tratos por parte de funcionarios o personajes relacionados con el kirchnerismo al momento de exigirle el pago de coimas.

Así, contó que a mediados de 2004 mantuvo otra reunión, a la que también llegó de la mano de Carlos Wagner, pero esta vez con Ernesto Clarens, quien “se presentó como el financista de los Kirchner”, dijo.

“En esa ocasión Clarens nos dijo: ‘Si quieren trabajar van a tener que pagar. Acá se es amigo o se es enemigo, no hay estados neutros, me van a tener que pagar a mí’. Entendí claramente que lo que planteaban era un sistema en el que todos tenían que pagar, podían trabajar todos, pero todos tenían que pagar”, sostuvo.

El empresario fue más allá y contó que en una oportunidad, en la que habían surgido diferencias sobre el monto que debía pagar, lo llamó López y le puso a Clarens al teléfono, quien le dijo: “Escuchame, nene, te quiero el lunes con los 250.000 pesos. No seas el chivo expiatorio; no seas el primer pelotudo que hacemos cagar”.

En su testimonio ante la Justicia, Chediack cuenta cómo, al principio, le dejaba el dinero a De Vido. “Él no me impuso montos determinados. Me dijo que necesitaban plata para la política. En alguna oportunidad me hizo ir al ministerio, a la calle Hipólito Yrigoyen”.

Chediack relató que “las sumas rondaban los 100.000 y 250.000 pesos” y que no solo las pagaba en la sede de Planificación Federal. “Siempre las entregas se las hice a él, a De Vido, en su casa, en su living, al lado de unos bonsáis. Y si era en el ministerio, me decía que deje los paquetes de dinero en el baño”.

También dijo qué pasó tras la muerte de Kirchner: “A todos nos quedaba claro que José López ganó a partir de la muerte de Néstor más vuelo, Cristina comenzó a apoyarse en él. El triángulo empezaba a ser Cristina, López, Clarens”.

La Nación y Seprin