Para el analista económico Carlos Burgueño, “entre hoy y mañana se conocerán los datos privados. Podemos decir que vamos a tener el mes de septiembre una inflación del 7 por ciento, lo que significa que vamos a tener un piso de 22 en un trimestre. Septiembre completa el tercer trimestre del año (julio, agosto, septiembre). Es muy difícil encontrar un trimestre tan malo como éste. Ya tres meses te dan el tiempo suficiente para visibilizar algún problema y corregirlo. Un trimestre te permite comparar con el trimestre anterior y con el mismo trimestre del año pasado”. 

Este piso del 22 por ciento no es replicado por ningún indicador de aumento salarial, y anticipa no sólo un incremento de la conflictividad sindical, sino también mayores tensiones en la relación entre los dos principales referentes del gobierno, Sergio Massa y Cristina Fernández.

En tanto los trabajadores del neumático consiguieron un incremento del 96 por ciento, y el próximo de los grandes sindicatos comenzará a discutir este martes su actualización paritaria, para la cual ya Pablo Moyano no se bajará del 100 por ciento. El resto de los gremios mira con expectativas su resultado, para tratar de replicarlo en sus propias negociaciones. Sin embargo, muchos empresarios y hasta el propio estado nacional argumentarán que no están en condiciones de afrontar semejantes incrementos. Mucho menos deben esperar los trabajadores informales, si no cuentan con regulación legal ni sindicatos que reclamen por sus derechos.

Lo peor del caso es que, aún en el consiguiendo esos aumentos, los trabajadores quedarían por debajo de la inflación, y esto sin contar que esos acuerdos serán el punto de partida de nuevas remarcaciones de precios.

Ante esta inercia inflacionaria, lo más que podría llegar a alcanzar razonablemente Sergio Massa es una reducción del 7 al 5 por ciento mensual para el último trimestre del año. Claro está, acuerdo político social mediante. El cual, por ahora, brilla por su ausencia.

En el Instituto Patria son muchos los inquietos que quieren salir a dispararle al ministro de Economía, y hasta la propia Cristina ya formuló su primera advertencia días atrás, a través de su cuenta de Twitter. Inmediatamente el viceministro Rubinstein salió a cruzarla, con la autorización del titular de la cartera.

Queda claro que Massa no es Guzmán y que tiene respaldo político propio y ajeno, por lo que no reculará ante las presiones de la vicepresidenta.

Sin embargo, el resultado electoral de la primera vuelta en Brasil podría llegar a garantizar que la armonía se mantenga a pesar de las presiones de los cristinistas más radicalizados. Y es que la vicepresidenta esperaba una victoria en primera vuelta del líder del PT para tratar de recuperar mayor protagonismo en las decisiones de gobierno, pero la excelente elección de Jair Bolsonaro puso la victoria de Lula en el ballotage entre signos de interrogación.

Por eso Cristina se llamó a silencio y evitó referirse a los resultados electorales del país vecino. ¿Mantendrá también el mutismo respecto de la administración económica nacional? (www.REALPOLITIK.com.ar)