El PRO parece tener esa maldita costumbre. Quizá heredada de su mentor, el Ing Macri, que asumió como presidente de la Nación espiando a su ex cuñado. Aquella recordada actividad ilícita tuvo distintos matices.

Eso desató un escándalo de mayusculas dimensiones. Involucró a agentes de inteligencia, al entonces Comisario “El Fino”

Palacios.

“El Fino” fue uno de los creadores de aquella Policía Metropolitana, que ni bien se fundó mostró el destino que tendría.

Se creó la división de investigaciones telemáticas que sería el origen de muchos espionajes electrónicos que se encubrían en causas originadas en juzgados amigos del poder de CABA.

La Policía Metropolitana se refundaría y pasaría a llamarse Policía de la Ciudad. La vieja división de investigaciones telemáticas sería desde allí Cibercrimen. Los favores a los políticos que se hicieron desde ese área la fueron llevando hasta alcanzar hoy la consideración de dirección general.

Los equipos y softwares que se compraron para el espionaje ilegal se fueron mejorando, lo mismo que los medios para adquirirlos. Despues de las taser y el escándalo mediático por la compra, una mesa chica ideo nuevas formas de encubrir la compra de software espía.

Algunas de esas compras se concretan encubriendo licitaciones de servicios. El pago de esos servicios es destinado a la adquisición de los software. Bastante bien encubierto.

Un periodista comenzó en 2017 a analizar esas compras del gobierno de CABA. Así fue que encontró varias coincidencias entre proveedores y funcionarios capitalinos.

Marcelo D’Alessandro es quien más se destacó en esa investigación. Hoy es el Ministro de Seguridad de la Ciudad.

“El Enano” es quien menos escrúpulos tiene a la hora de justificar los fines para alcanzar los medios. Como su jefe Horacio Rodriguez Larreta quien está al tanto de todas las maniobras de espionaje. Algunas muy útiles para sus propósitos politicos, otras inservibles.

Los espías son “civiles” como los llaman en la jerga, contratados desde hace años. Al principio fueron reclutados por el “famoso” espía Ciro James, hasta el escándalo que le dio estado público y “fama”. Hoy están “disfrazados” de asesores, proveedores o incluso de personal auxiliar dentro de la Policía de la Ciudad.

El independiente periodista profundizó la investigación y obtuvo más detalles. No solo espiaban a propios y opositores sino también ofrecían los servicios a empresarios, famosos y policías de otras provincias, lo que les permitía “federalizar” la oferta. En su página oficial no mencionada nada de estos servicios.

El actual jefe de la Policía de la Ciudad Gabriel Berard es conocido por su afinidad a los ingresos extras que históricamente genera la actividad policial. Venta callejera, infractores, clausuras, celulares robados y drogas. Su paso por la Policía Federal le dio al periodista una variedad de hechos de corrupción en los que estuvo involucrado. En la fuerza que conduce es nuevo, ingresó en 2017. Y en tan solo 4 años vio e hizo un gran negocio.

Berard tuvo multiples cuestionamientos, uno de los más resonantes fue el de la legisdora porteña Victoria Montenegro que interpeló al jefe de gabinete del gobierno de CABA, Felipe Miguel, sobre la responsabilidad de Berard en consonancia con la La ley 5688 del Sistema Integral de Seguridad Pública solo permite las licencias extraordinarias firmadas por el ministro de Justicia y Seguridad por razón fundada que la justifique.

Esa interpelación fue donde el periodista hizo hincapie. Al menos unos cinco oficiales de la Policía de la Ciudad pasarían a trabajar a la órbita de la AFI de Arribas durante el gobierno de Mauricio Macri. El Secretario de Seguridad era el actual Ministro D’Alessandro.

Algunos de esos oficiales, habían coincidido en el mismo destino, la superintendencia que tecnicamente ofrecía servicios a Larreta y D’Alessandro. El periodista encontró otra oscura coincidencia. Un comisario que venía desde el área técnica de la Policía Federal, y que tenía ya “malos antecedentes” por su extrema corrupción, era el jefe del área más activa. Quienes lo

conocen de cerca dicen, con acierto, que le agrada muchisimo estar frente a las cámaras. Mientras divulgaba las bondades de las investigaciones de pedofilos, de recupero de celulares, le encantaba jugar al espía. Carlos Rojas, es hoy director de cibercrimen de la Policía de la Ciudad. Es muy allegado a Gustavo Berard y a su gemelo Gabriel.

Hace unos años, la codicia obnubiló a Rojas cuando despues de allanar cuevas financieras, hizo desaparecer unos cien mil dólares. Como siempre, la culpa la pagó la más devil, la subcomisario Cecilia Padilla.    

Una nueva coincidencia no se le escapó al periodista porque Padilla es la esposa de Leandro Araque, que fue agente de la inteligencia de la Policía Federal y uno de los envueltos en el escándalo de espionaje ilegal que se le imputa como principal responsable al Ing Mauricio Macri.

El periodista le preguntó a sus fuentes por qué no se imputó a Rojas que era el jefe del área. Silenzio stampa. D’Alessandro se sintió amenazado por el “descuido” de Rojas y decidió cambiarlo de destino para enfriar la situación y no exponer la red. El espionaje continuaría, aunque con un “perfil más bajo”.

Las ambiciones presidenciales del jefe de gobierno de CABA y la candidatura de Diego Santilli avisoraron una ampliación de las tareas de espionaje.

“El enano” D’alessandro volveria a confiar en Rojas y sus contactos y ante el panorama que se avisoraba era necesario desarmar la puja interna por suceder al Ministro Santilli.

El espionaje interno sería hacia el Subsecretario de Seguridad Ciudadana Juan Pablo Sassano, un abogado del riñon de justicialista y allegado a Anibal Fernández.

El comisario Gustavo Berard encabezaría el armado de la superintendencia y colocarían a Rojas al frente de la Dirección. Y Rojas que se sintió “indultado” por D’Alessandro, recuperaría el tiempo y la plata perdida. El premio sería reactivar los procedimientos en las cuevas de venta de celulares robados. Galerias allanadas por doquier. Telefonos recuperados y el circo de la devolución en marcha. D’Alessandro y Berard se instalaban en los medios y llamaban a las víctimas para darles los celulares recuperados.

El periodista se preguntó que relación guardaban esos allanamientos con la tarea de cibercrimen. Cómodamente es una tarea que una comisaría podría hacer. Y también se preguntó por qué nunca se investigó y detuvo a los ladrones, a esos que matan por un celular. Tampoco obtuvo respuesta. El circo servia. Los celulares robados siguen vendiendose en las mismas galerias. Corrupción al  palo.

“Juampi” Sassano era el objetivo de la interna de D’Alessandro y Berard junto a Rojas se centraron en ello. Un escándalo por una operación de inteligencia bien armada, expondría a Maximiliano Piñeiro, uno de los directores de Sassano en los medios. Así empezaban a debilitarlo. Pero el espionaje también iría hacia la oposición y uno de los objetivos principales serían Leandro Santoro y Javier Milei. A ambos no solo los espiarían electrónicamente porque también le colocarian vigilancia física.

El periodista averiguó que los equipos con sus softwares están en un departamento alquilado por el barrio de San Telmo. Un tres ambientes adecuado para que seis computadoras se dediquen solo a “trabajar” en tres objetivos

1. la interna del gobierno GCBA

2. la oposición y 3. negocios o el monitoreo de actividades lucrativas a partir del cohecho. Los informes se generan a diario y se envían por correos encriptados que son abiertos en celulares secundarios que tienen D’Alessando, los mellizos Berard, Rojas y dos altos oficiales de la Policía de la Ciudad.

D’Alessandro tiene una muy cercana relación con Augusto Rodriguez Larreta, que le maneja la campaña a su hermano Horacio. Augusto ha tenido varios escándalos donde se lo vinculó a la compra de terrenos, negocios inmobiliarios, etc.

Pero hay uno que entre los nombrados y varios allegados al jefe de gobierno de CABA se viene encubriendo y es el aporte del narcotráfico a la campaña de “el Pelado” y que generó una profundizacion en la interna del PRO en CABA y en la misma Policía de la

Ciudad.

Muchos recuerdan el caso Dumbo, el narco profugo que sigue siendo buscado por la Policía de la Ciudad. Curioso, porque siempre estuvo monitoreado en su “territorio” dentro del barrio de Villa Lugano. Al mejor estilo Pablo Emilio Escobar, el profugo Raúl Martín Maylli

Rivera más conocido como “Dumbo”, conserva todos los nombres de los policías corruptos de narcocriminalidad de la Ciudad, y los números de los celulares de allegados a “El Pelado” Rodriguez Larreta. Resulta que la investigación del periodista independiente llegó

a deschavar una red de corrupción que permite el financiamiento de la campaña del jefe de gobierno de la Ciudad donde la droga es el principal ingreso.

Y D’Alessandro, los mellizos Berard, Rojas y la interna policial lo saben. Los primeros callan por complicidad. Los otros porque esperan agazapados para dar el zarpazo.

Si los resultados electorales en CABA son iguales a los de las PASO, Maria Eugenia Vidal saldría triunfante. Ella acordó con “El Pelado” que parte de su equipo integre puestos en el armado de la  ciudad para el 2023. Y uno de los primeros prescindibles es el mismísimo Ministro D’Alessandro. Y “El Enano” es conocedor de eso y activó aún más la maquinaria de recaudación y de espionaje.

El periodista quiso preguntar, pero como respuesta recibió una velada amenaza que incluyó a sus dos pequeños hijas.

Ambición. Codicia. Corrupción. Solo investigando un poco más se llegará a la verdad.

Será justicia.