La medicina regenerativa, basada en terapias con células madre, propone la reparación de tejidos lesionados, disfuncionales o enfermos. Y en los últimos años ha tenido avances que parecen terreno de la ciencia ficción, como la posibilidad de extender la vida humana y no solo enlentecer, sino frenar y hasta revertir el envejecimiento.

“Es el sueño de los alquimistas, alcanzado por la ciencia”, dice Rodolfo Goya, investigador superior del Conicet en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Universidad de La Plata (INIBIOLP). “Rejuvenecer es posible, y ya se ha logrado a nivel celular”, afirma. Cada especie, tiene una longevidad programada en su ADN. “Pero podemos cambiar ese programa genético y reprogramarnos para vivir 100 o 120 años”, asegura.

Empezamos a envejecer desde que nacemos. Pero hoy se puede revertir ese proceso, como le sucedió al personaje de la película “El extraño caso de Benjamin Button”. Al menos en el laboratorio. “El punto de inflexión fue a comienzos de este siglo, cuando el japonés Shinya Yamanaka (Premio Nobel de Medicina en 2012) descubrió cuatro genes -que hoy llevan su nombre- cuya función es, al momento de la concepción, llevar a la célula a un estadío primitivo, al punto cero, y luego se desactivan”, explica Goya. De otro modo, el envejecimiento de los padres sería heredado por los hijos y acumulado generación tras generación.

“Tenemos en nuestro propio organismo la llave para la juventud eterna”, dice Goya con simpleza poética. Pruebas en cultivos celulares mostraron que estos genes pueden activarse y las células adultas vuelven a ser jóvenes. La complejidad radica en trasladar esto a tejidos, órganos, o a un ser vivo completo.

Las investigaciones están en marcha. Y hay fondos para ello. Recientemente, la compañía estadounidense Altos Labs, cuyo principal accionista es el multimillonario fundador de Amazon Jeff Bezos, contrató al mismísimo Yamanaka y un equipo de científicos estrella con el objetivo de investigar tecnologías con potencial de lograr el rejuvenecimiento.

Ciencia que atrae inversiones

Rodolfo Goya investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones Bioqumicas de la Universidad de La Plata Foto UNLP
Rodolfo Goya, investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de la Universidad de La Plata. (Foto: UNLP)

Envejecer es un proceso natural, pero también puede ser visto como una enfermedad. Y como tal, es factible prevenirla o curarla.
La discusión es filosófica, pero también práctica. Si el envejecimiento es una enfermedad, organismos como la FDA (la agencia que regula los medicamentos y alimentos en Estados Unidos) puede aprobar drogas o tratamientos, y esto atrae sin dudas a los inversores.

Goya y su equipo en el INIBIO de La Plata siguen la línea de investigación del Rejuvenecimiento por Reprogramación Celular “con fondos del exterior y en colaboración con equipos internacionales, fundamentalmente de Estados Unidos y la Unión Europea”, dice el bioquímico e investigador.

Y desmitifica algunos puntos: “no se trata de manipulación genética porque no cambiamos ningún gen. Buscamos activar esos cuatro que ya están. Y para esto desarrollamos una herramienta-: usamos un virus para trasplantar los genes a las células”. También aclara que sus investigaciones van más allá del rejuvenecimiento físico. “Nos interesa especialmente el rejuvenecimiento de las células del cerebro, y su relación con la memoria”, dice.

“Desacoplar el tiempo cronológico del biológico es algo muy complejo. Pero la ciencia avanza muy rápido”, dice Goya. “Yo tengo 70 y espero vivir mucho tiempo más para poder verlo. Creo que la mayoría de las personas querrían vivir hasta los 120 si pudieran hacerlo con buena salud. Morirse antes es como irse en lo mejor de la película”, reflexiona.

Bacterias anti-age y otros experimentos

Roberto Grau bioqumico de la Universidad Nacional de Rosario e investigador del CONICET Foto UNR
Roberto Grau, bioquímico de la Universidad Nacional de Rosario e investigador del CONICET (Foto: UNR)

Roberto Grau es bioquímico de la Universidad Nacional de Rosario e investigador del CONICET. En los 90 se especializó en Biología Molecular en los Estados Unidos y hasta el año 2000 sólo hizo investigación básica. “Me interesaba conocer por qué una célula en un momento deja de crecer y dividirse y se transforma en una espora, que es algo inerte. Y así empecé a trabajar con los Bacillus subtilis, unas bacterias con esporas que son tan resistentes, que la agencia espacial europea planea llevarlas en su próxima misión al planeta Alfa Centauri, a más de 4.300 años luz”. Advertencia: tardarán tanto en llegar que es improbable que quienes lean esta nota vivan tanto como para verlo.

Durante su estadía en el país del norte, Grau encontró en un Starbucks una revista Scientific American cuyo título le llamó la atención: “Bacterias rejuvenecedoras”. “La nota me recordó la conversación que había tenido años atrás con mi colega japonés Akira, que estaba desesperado por comer natto, una comida típica japonesa en base a porotos de soja fermentados por Bacillus subtilis. Él me comentó que (pese a su horrible olor a amoníaco) es muy saludable y considerado “alimento de la longevidad”. Cuando leí el artículo se me acomodaron las fichas”, dice Grau.

“Yo había empezado a trabajar con Bacillus aplicado al agro, ya que tiene efectos biofertilizantes. Y decidí sumar otras líneas de investigación: para el desarrollo de vacunas recombinantes, junto al Instituto Cubano de Inmunología; y en probióticos aplicados a alimentos, junto al Instituto Cerela de Tucumán”, relata.

Para investigar los efectos de esta bacteria, Grau y su equipo utilizan como modelo animal un nematodo (gusano) llamado Caenorhabditis elegans, que presenta varias ventajas respecto de los ratones de laboratorio. Su ciclo de vida es de 20 días, con lo que los resultados de los experimentos se pueden conocer rápido. Además es transparente, lo que permite diferenciar sus órganos fácilmente al microscopio, y tiene un sistema nervioso central asimilable al de los seres humanos.

Roberto Grau y la importancia de una bacteria

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En 2016 Grau y su equipo publicaron un trabajo que mostraba el efecto rejuvenecedor de estas bacterias en los gusanos de laboratorio. “Aquellos alimentados con Bacillus subtilis vivían 30 días en lugar de 20, con lo que su expectativa de vida creció un 50{688a8ce96c256f08401d8e2f5c8db48dc2792b622bdd2a5bb1e6509fa5d7b8e2}”, comenta el biólogo molecular. El hallazgo abrió el camino para el uso de esta bacteria probiótica (con beneficios para la salud) en la suplementación de alimentos y bebidas. De hecho, una pyme de Rosario elaboró un suplemento dietario, Kyojin, a partir de un acuerdo de transferencia con el Conicet y la Universidad Nacional de Rosario.

Alentados por estos resultados, comenzaron a investigar los efectos del Bacillus subtilis en enfermedades neurodegenerativas (siempre usando como modelo al gusano elegans) y hallaron que “el probiótico mejora la supervivencia de las neuronas y de esa manera protege contra el Parkinson y el Alzheimer. O en los casos de neuronas ya afectadas, la enfermedad se manifiesta en forma más lenta y menos agresiva”. Estos resultados fueron presentados en el Congreso Internacional de Alzheimer, Parkinson y otras demencias realizado en Turin, Italia, en 2018.

El nuevo hallazgo abre la puerta a una promisoria industria de los “psicobióticos” para suplementar alimentos, que son como los probióticos pero con efecto en la salud mental. Un mercado interesante, si se considera que, una de cada 7 personas mayores de 60 padecerá Alzheimer, y una de cada 3 mayores de 85, según datos del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.

Estrés oxidativo y desbalance energético

Pablo Helguera bilogo molecular de la Universidad Nacional de Crdoba Foto UNC
Pablo Helguera, biólogo molecular de la Universidad Nacional de Córdoba. (Foto: UNC)

En lugar de “pelearle a la muerte”, el biólogo molecular Pablo Helguera, dice que prefiere “ganarle calidad de vida”. Comenzó estudiando, primero en Córdoba y luego en Estados Unidos donde hizo su PosDoc, por qué mueren las neuronas en el Alzheimer. Esto lo llevó a interesarse por el envejecimiento, que es el principal factor de riesgo para esta enfermedad. Una cosa lleva a la otra, y así empezó a investigar el síndrome de Down.

“Las personas Down tienen una copia extra del cromosoma 21 con un gen que codifica para el Alzheimer, y muchos de ellos desarrollan tempranamente síntomas”, explica Helguera. “También presentan déficit cognitivos, de desarrollo y desajustes  relacionados con el metabolismo energético”. Es un síndrome de envejecimiento celular acelerado, llamado senescencia, que ocurre cuando la célula pierde capacidad de dividirse y replicarse.

Un aspecto relacionado es el “estrés oxidativo”. La oxidación es un efecto natural que provoca el oxígeno en el funcionamiento celular, al producir radicales libres, que se contrarresta con otras moléculas antioxidantes. El problema es que cuando hay una oxidación mayor, o estrés oxidativo, la célula activa un programa para dejar de replicarse, y hay un envejecimiento acelerado.
“Lo que estamos estudiando es qué sustancias podemos darle a la célula para retrasar ese daño oxidativo. Algunas de ellas son bien conocidas, como el resveratrol del vino tinto”, dice Helguera.

Pero ocurre que el envejecimiento no es un castigo, sino un mecanismo de defensa. ”La célula detecta el umbral de riesgo y se frena. El cáncer pasa cuando la célula no pone el freno y se replica descontroladamente. Se produce un desbalance y aparece el tumor. Por eso es importante lograr una sintonía fina en estos mecanismos celulares”, advierte Helguera.

Terapias hormonales y medicina ortomolecular

Alejandra Rodrguez Za endocrinloga y especialista en medicina ortomolecular
Alejandra Rodríguez Zía, endocrinóloga y especialista en medicina ortomolecular.

“Envejecer es un proceso de transformación”, dice la doctora Alejandra Rodríguez Zía (MN 70.787) médica clínica endocrinóloga de la UBA. “Las células envejecen y mueren por oxidación, un mecanismo que se puede enlentecer. Pero la entropía o pérdida de energía, es algo que no desaparece. Hoy, mediante la alimentación y el manejo de nuestras emociones podemos retrasar el envejecimiento”, apunta.

“Como el proceso de envejecimiento se basa en la oxidación, nuestra alimentación carente de antioxidantes hace que ese proceso sea más veloz e intenso”, dice la médica especialista en Medicina Ortomolecular, disciplina que busca prevenir y tratar enfermedades a partir de una óptima nutrición. Si consumimos antioxidantes de verduras y frutas  como limón y frutos rojos), junto al manejo del estrés, el buen descanso y la actividad física, nuestro envejecimiento será más lento.

La alimentación anti-inflamatoria es la base del anti-aging, siempre que esté acompañada del manejo del estrés y las emociones. “Se ha comprobado que el estrés puede frenar la absorción de nutrientes, aún con una buena alimentación. Se necesita una buena digestión, y buena desintoxicación y excreción de toxinas que entran al organismo por vía respiratoria, dérmica y alimentación, a partir de un buen funcionamiento del intestino y el hígado”, dice Zía.

Las hormonas también juegan un rol central en el envejecimiento, en especial cuando se detiene la secreción hormonal, en la menopausia femenina y la andropausia masculina, o la somatopausia, que es la detención de la hormona de crecimiento.

“Actualmente, la medicina ofrece terapias de reemplazo de hormonas bioidénticas, iguales a las que nuestro cuerpo deja de producir”, afirma Zía y destaca que “hoy, la medicina ortomolecular es la base para que la medicina regenerativa tenga éxito. Es lo que proporciona a las células madre un terreno propicio para que puedan crecer y desarrollarse. No es lo mismo colocar células madre en un tejido oxidado e inflamado que hacerlo en un tejido que fue trabajado con una buena nutrición anti-inflamatoria, acompañado por manejo del estrés, buen descanso y suplementación hormonal si fuera necesario”.

Hoy mediante la alimentacin y el manejo de nuestras emociones podemos retrasar el envejecimiento asegura la doctora Rodrguez Za
“Hoy, mediante la alimentación y el manejo de nuestras emociones podemos retrasar el envejecimiento”, asegura la doctora Rodríguez Zía.

La Quimera de la juventud eterna

En su libro “Inmortalidad: Promesas, fantasías y realidades de la eterna juventud”, el periodista científico Matías Loewy (Autoría Editorial) cuenta que “la batalla final contra el progresivo declive físico y mental asociado a la edad es también la nueva fiebre del oro en Silicon Valley. Empresas como Google; billonarios como Peter Thiel (fundador de PayPal) y Larry Elison (fundador de Oracle); y científicos como Craig Venter, uno de los “padres” del proyecto genoma humano, crearon recientemente o invirtieron fortunas en compañías biotecnológicas orientadas a aplazar la hora del entierro”.

Mientras tanto, la extensión de los límites de la vida, plantea dilemas éticos, sociales, ambientales y económicos: ¿cómo alimentar a una población creciente? ¿Cómo brindarle servicios de salud, calidad de vida y empleo? ¿Será la juventud y la extensión de la vida saludable el privilegio de unos pocos que puedan pagar por sofisticadas terapias de rejuvenecimiento?

Como suele ocurrir en el terreno científico, hay más preguntas que repuestas.

AGENCIA TELAM