Por:Osvaldo Bazán@osvaldobazan

1. Elías

Elías, el menor de siete hermanos, a los 23, cansado de lo que veía como falta de oportunidades en su Ingeniero Jacobacci natal y con su novia del barrio, Nadia, se fue a El Bolsón a buscarse la vida.

Elías era –dice ahora su hermana Daniela, empleada doméstica, desde Jacobacci- “una persona con un corazón enorme”.

“Él siempre fue muy rebelde, muy de decir lo que sentía, siempre con la firmeza de defender lo que a él le parecía justo y bueno. Estaba siempre que hiciera falta para su mamá, sus hermanos. Si a alguien le hacía falta una mano para terminar una casa, para lo que sea, él estaba ahí. Era demasiado bueno”, dice y sonríe triste, Daniela.

No había terminado el secundario en Jacobacci “por puro rebelde, esa rebeldía de no querer estudiar pero después se le puso en la cabeza que a su mamá le gustaría que terminase y lo terminó, en El Bolsón, ya de grande”. Tanto aceptó que tenía que darle el título secundario a su madre que un día llegó a Jacobacci no sólo con el título, también como abanderado.

“Fue para nosotros el orgullo más grande, somos una familia numerosa y él y mi hermana Claudia son los únicos que tienen el título del secundario”, dice Daniela.

Testarudo y obstinado, algo de los genes vascos, seguro. Porque Elías Garay es hijo del vasco Ubaldino Garay, aunque Ubaldino se separó de la madre de Elías, Juana Cayicol, a los dos años de nacido el último de los siete hijos. Por eso Elías –y todos los hermanos- consideraron siempre a Luis González, la nueva pareja de Juana, como a su verdadero padre.

“No somos mapuches, nunca lo fuimos. Por ahí alguno se confunde con el apellido de mi mamá, pero nunca nos interesó”, dice Daniela, que asegura no haber tenido hasta ahora contacto con mapuches, sean ellos reales o autopercibidos.

Todo cambió, según Daniela, hace dos meses, casualmente cuando se produjo la usurpación de los terrenos de Cuesta del Ternero, a 40 kms. de El Bolsón.

Y surgen entonces resquemores, como en cualquier familia.

Según los familiares de Elías, el acercamiento del muchacho a la usurpación de la Cuesta del Ternero comenzó porque su pareja, Nadia, se metió de lleno “con esa gente”.

Y cuenta entonces Daniela un dato revelador: “Mi mamá tiene apellido Cayicol y un día viene mi hermano y le dice a mi mamá que conoció a un Lonko (el jefe de una comunidad mapuche) que le dijo que podía venir acá a Ingeniero Jacobacci, a ver si por acá nuestros ancestros habían tenido tierras, que podía organizar una toma para quedarnos con esas tierras para nosotros”.

Una especie de delivery de sitios ancestrales a pedido. ¿Tenés algo que suene a pueblo originario? Dale, tomemos una tierra.

Doña Juana Cayicol fue terminante: “Le paró el carro y le dijo que si quería tener algo, se lo tenía ganar con el sudor de su cuerpo, de su frente. Mi mamá es muy brava y siempre nos enseñó que las cosas se ganan con esfuerzo. Y tengamos la edad que tengamos, si te tiene que dar una cachetada, te la da” dice Daniela y agrega “mi mamá no sabía que él estaba yendo a la toma; si hubiera sabido lo sacaba ella misma”.

Es por eso que la familia de Elías está convencida de que Nadia sí estaba en la usurpación, pero él sólo iba ocasionalmente para llevarle comida y bebidas a los nenes y a los viejos que, estratégicamente, los usurpadores muestran en primera línea.

“Él hablaba con mi mamá y con mis hermanos, con Saúl, el que lo seguía a él. Le contaba que le dolía ver a los niños que pasaban hambre y frío en la toma. Por eso le llevaba cosas, pero él seguía viviendo en El Bolsón, en Loma del Medio. La que estaba permanente en la toma era su pareja, Nadia. Él iba y venía”

“Lo usaron a mi hermano y se aprovecharon del corazón que él tenía. Y así como lo mataron, así como estaba él, hay muchos Elías ahí, a los que llegan al corazón los niños, que estaban pasando frío, y así pagan con su vida los que solidarizan con ellos y ellos sólo los usan”.

A la familia Garay le molesta que “por todos lados andan diciendo que era mapuche y resulta que mi papá era vasco, y mi mama… a mi mamá nunca le importó eso, esa necesidad de saber de los ancestros. Lo que sabemos es que esas personas no tenían que estar en la toma y creo que Elías quería sacarlos de ahí, porque había niños y a él que estaba desarmado no le importó poner en riesgo su vida”.

Todo es complicado.

Usurpaciones de tierras, pedidos de desalojo que no se cumplen, pedazos de territorio en donde no hay ley.

¿Cómo y por qué murió Elías? ¿Qué hacía ahí? ¿Quiénes empuñaron qué armas y por qué?

2. Diego y Martín

Diego Ravasio y Martín Fielberg están imputados por la muerte de Elías Garay.

Desde una localidad del sur, familiares directos de uno de los imputados hablan con El Sol bajo estricta condición de no ser identificados; el miedo es fuerte en la zona: “Diego y Martín trabajan en desmonte de los pinos de incendio, los cortan y los venden. Los habían llamado para hacer el desmonte en la zona de la toma, llevaron un tractor, un camión e iban 50 y 50 con Rolando Rocco -quien explota forestalmente la zona hoy tomada- por el tema de la venta de leña.”

El domingo pasado fueron, como venían haciendo, a la Cuesta del Ternero. Había una orden de desalojo que la justicia no estaba cumpliendo, pero el rumor en la zona era que los usurpadores se habían ido. Para poder entrar debieron dejar anotados sus datos en el control policial donde, manifestaron en su declaración ante el juez Víctor Gangarrosa, los policías les aseguraron que no quedaba nadie de la usurpación. Trabajaron toda la mañana, almorzaron y al comprobar que no había ni rastros de la usurpación, ni carteles, ni nada, subieron un poco más la cuesta con una carabina 22 “por si cruzaban una liebre”, hasta que se encontraron con una especie de barricada, a la que intentaron despejar.

En ese momento, según sus familiares, Diego vio primero un drone sobrevolando la zona y después, un perro blanco. Le pareció ver a alguien escondido y le dijo a Martín: ‘Vámonos que hay gente escondida’. Aparecieron entonces unas diez personas encapuchadas, a quienses Martín dice: ´Paren, no queremos problemas, estamos mirando, vinimos a cazar’.

Coincide con la declaración de Diego en la Justicia, quien aseguró: “Yo creo que tenían armas en las manos, empezamos a retroceder y les dije: ‘Nos vamos, no pasa nada`. Me trataron de manotear el rifle y ahí es donde sale el primer tiro, que no sé dónde pega, siguió el forcejeo y salieron dos tiros más, se escuchó el grito de una mujer, me liberé, me pude dar vuelta, Martín me agarró y me sacó y empezamos a correr. Fue un momento de mucho estrés y mucha adrenalina.

Cuando estábamos por llegar a la tranquera nos dimos cuenta de que no tenía la carabina. Nos subimos al auto y nos fuimos para el lado del retén.”

Aún hoy no apareció la carabina y no hay noticias del drone.

3. Los crímenes

Eso ocurrió el domingo 21 de noviembre a las 15.30 hs. Minutos más tarde, las redes se llenaron de mensajes que hablaron de represión en “la Lof Quemquemtrew”. A las 17.30 ya había una convocatoria hacia el Centro Cultural Galeano de El Bolsón. La directora del INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) lanzó un comunicado hablando de “represión con balas de plomo”.

A las pocas horas debió borrar el tuit.

Nunca explicó nada.

La noticia de la “represión” llegó en minutos a sitios informativos nacionales, mostrando lo aceitado de la relación de las culturas precolombinas con los medios masivos contemporáneos.

Mientras tanto, los usurpadores permitieron que sacasen al herido Gonzalo Cabrera, a quien llevaron al hospital, pero no al cuerpo de Elías. Desataron una violencia tribal en el centro de El Bolsón, que incluyó vandalización de comercios, rotura de un cartel en homenaje a José Luis Cabezas, amenazas de muerte a los médicos que atendían a Gonzalo y hasta ataques al móvil de los bomberos voluntarios.

Lo único que los usurpadores no hicieron fue avisarle a la familia del difunto.

A las 11 de la noche, casi ocho horas después de la muerte de Elías, Daniela recibe las condolencias de una compañera de trabajo.

No entiende por qué.

Empiezan a leer noticias inquietantes en Facebook, intentan comunicarse con Elías y su pareja.

No lo consiguen.

Suponen que si a su hermano le pasó algo tan grave, su cuñada se comunicaría.

Ante los rumores, su otro hermano, Saúl y la madre de Nadia salieron en coche desde Jacobacci hasta El Bolsón.

Llegaron a las 6 de la mañana y comenzó otro calvario.

Recién al mediodía a Saúl lo dejan -los usurpadores, teóricamente, los amigos de su hermano- subir hasta la toma y allí vio a su hermano tirado al sol, ensangrentado, muerto pero no le permitieron acercarse.

Ni a él ni al fiscal.

Entregaban el cuerpo a cambio de que dejasen entrar más mapuches y retirasen a las fuerzas policiales y al COER -Cuerpo de Operaciones Especiales y de Rescate-.

La vocera de los usurpadores, Soraya Guitart, declaró: “A los fiscales Arrien y Cendón que ni se les ocurra entrar a hacer nada”.

Al no poder entrar los peritos al lugar del crimen, durante horas la escena estuvo manejada totalmente por los usurpadores.

Desde el mediodía hasta las seis de la tarde, Saúl “se tuvo que bancar ver cómo los usurpadores negociaban el cuerpo de mi hermano muerto porque lo usaron hasta muerto”.

Saúl no es de hablar y no pudo hacer nada, sólo rogaba a Dios que le entregaran el cuerpo lo más pronto posible mientras lo veía a mi hermano tirado como un perro”.

4. La venganza

Desde Chile, donde cumple condena por quemar chacras con los puesteros atados a los árboles, Jones Huala envió una carta a “su pueblo” donde pide “que su muerte (la de Elías) ni ninguna sea en vano, que la sangre sea vengada y la tierra recuperada sean más que consignas, que las balas se van a devolver, sea más que un cantito. Esta es nuestra tierra y nos cobija, pero así como matan los invasores a nuestra gente, que esta sea la tumba del capitalismo”.

5. La Piedad

Nadie le avisó a la familia de Elías Garay que había muerto.

Ni los compañeros de la usurpación -apurados por plantar su versión manipulada- ni la directora del INAI -apurada por reafirmar su ideología- ni el gobierno provincial ni el nacional.

Nadie.

Nadie en nombre de aquellos por quienes Elías había dejado la vida por solidaridad, mandaron ni un saludo a su familia.

Los usurpadores salieron a violentar la ciudad, a cortar la ruta 40 en un fin de semana largo, pero no tuvieron la mínima empatía con los deudos.

El cuerpo de Elías pudo llegar a Jacobacci gracias a las gestiones del intendente de su ciudad natal, la única autoridad que tuvo algo de compasión. Los organismos no pensaron en los derechos humanos de los Garay.

Dice Daniela: “Nos entregaron un cajón cerrado porque el cuerpo estaba descompuesto después de tantas horas al sol. No nos interesa la causa de esta gente, no compartimos lo que están haciendo, dañando, rompiendo. No piden justicia por mi hermano, ellos quieren que les paguen a cambio de la vida de mi hermano. No tenemos rencor pero sí mucha impotencia, mucha bronca, mucho dolor; no fueron capaz de comunicarse con nosotros ni aún hoy, los referentes lonkos que estaban ahí.

No nos interesan lo que piden. Piensen en mi mamá, ¿qué más daño quieren hacernos. No queremos que ellos reciban ningún tipo de beneficio por la muerte de mi hermano; reclaman tierras donde lo mataron para poner un altar. No queremos nada de eso. Queremos que no haya más Elías, que no recluten gente buena para mandarlos al frente. A ellos nunca le pasa nada, siempre es a los que van a ayudarlos, a los que son solidarios con la causa de ellos”. Y concluye “hicieron lo que quisieron y la justicia los tuvo que respetar”.

6. El origen

Hay tres tomas fogoneadas por la familia Jones, el lonko ex flogger: la de Cushamen -donde se ahogó Santiago Maldonado sin recibir ayuda de los “mapuches”-, la de Villa Mascardi -donde murió Rafael Nahuel, un caso con decenas de idas y vueltas, complicado también por el hecho de que la escena del crimen fue protegida por los usurpadores durante días, y la de Cuesta del Ternero -donde acaba de morir Elías Garay-. Casi 200 kms separan Cushamen de Mascardi.

La comunidad Quemquemtrew, a diferencia de la mayoría de las comunidades indígenas argentinas, no está registrada como tal ni reconoce al Estado Argentino, que sin, embargo, no para de apoyarla y respetarla.

Hay miedo en la familia de los imputados. Ya integrantes de Quemquemtrew piden venganza personal contra ellos.

7. Las consecuencias

Si se hubiese cumplido la orden de desalojo postergada, Diego y Martín estarían este domingo cortando leña en la Cuesta del Ternero y no encerrados en una celda en General Roca, imputados de homicidio y tentativa de homicidio agravado por la utilización de arma de fuego. Aducen a su favor que si hubieran querido entrar a matar gente furtivamente no hubieran dejado sus datos en el retén policial.

Si se hubiese cumplido la orden de desalojo postergada, posiblemente Elías Garay estaría vivo, trabajando en el flete como hacía en El Bolsón y su familia no estaría pasando por este calvario.

Si se hubiese cumplido la orden de desalojo postergada, tres familias no estarían llorando y El Bolsón encararía una temporada redentora después de tanto sufrimiento.

Si se hubiese cumplido la orden de desalojo postergada, la justicia argentina tendría una mancha menos, una muerte menos.

8. El incendio

¿Qué futuro hay si el Estado se sigue absteniendo de utilizar el poder monopólico de la fuerza y deja sueltas a las partes enfrentadas?

Hoy la Cuesta del Ternero es zona de nadie.

Hay demasiado pasto seco.

Hay demasiada gente jugando con fuego.

Si siguen apedreando el móvil de los bomberos, el incendio es inminente.

https://www.elsol.com.ar/