El vocero presidencial, Manuel Adorni, informó que el Gobierno dispuso la apertura de la importación de alimentos. La decisión surge luego de una reunión que mantuvo el ministro de Economía, Luis Caputo, con representantes de las cadenas de supermercados.

“En la reunión los empresarios reconocieron suba de precios por encima de la expectativa de inflación y por supuesto que el escenario que habían evaluado los empresarios era catastrófico, algo que no ha ocurrido”, introdujo el funcionario.

Una bomba de profundidad explotó este lunes en el equipo económico: en la primera semana de marzo la inflación de alimentos se disparó un 300% en su comparación con la primera semana de febrero. 

El dato se desprende de los relevamientos de las consultoras privadas. Según LCG, que fundó Martin Lousteau, los alimentos subieron 3,6% semanal, lo que equivale a un aumento de 2,3 puntos porcentuales respecto a la semana previa. Mientras que la firma liberal FIEL registró un rebote del 5,7% en los últimos 7 días en su relevamiento de precios de la Capital.

El dato arruina el relato de Milei y Caputo sobre una fuerte disminución de la inflación que la llevaría a un dígito a mitad de año. Y lo hace en el costado más sensible de los precios: los alimentos.

La información alarmó a Milei que llamó al titular del Indec, Marco Lavagna, según pudo reconstruir LPO. Apenas el presidente confirmó con Lavagna la escalada inflacionaria, le advirtió a Caputo que su continuidad como ministro entraba en zona de riesgo si no lograba reducirla.

La preocupación que genera el tema en el máximo nivel del gobierno quedó en evidencia este lunes. Primero, Milei en una entrevista televisiva apeló a un argumento muy extraño para defender su relato: dijo que la inflación real ya se ubica en el nivel de un dígito, pero que el número no se refleja en el IPC porque el Indec no registra las promociones 2×1. El mismo argumento que lanzó la semana pasada Caputo.

Si bien no hubo anuncios concretos tras la reunión de Caputo con los supermercadistas, la novedad es que el gobierno ahora parece ensayar una autocrítica tácita y reconocer que las subas de precios no responden sólo a un fenómeno monetario, ya que la baja de la emisión ha sido brutal y los precios de alimentos no detienen su escalada.

Presionado, el ministro de Economía convocó de urgencia a directivos de supermercados, para ver que se podía hacer frente a la escalada de precios. No es un tema fácil para un gobierno libertario que no cree en los controles de precios y argumenta que hay que dejarlos flotar que se acomodan solos por el juego de la oferta y la demanda.

En la reunión, Caputo dijo que los precios de los productos de consumo masivo no reflejan “la nueva realidad económica” y pidió alternativas para combatir “la suba desmedida de precios”, según comunicó oficialmente el Palacio de Hacienda. Un concepto que acerca el discurso del ministro al del kirchnerismo. Participaron en el encuentro representantes de Jumbo, Coto, La Anónima, Carrefour, Chango Más y Día. 

Si bien no hubo anuncios concretos, la novedad es que el gobierno ahora parece ensayar una autocrítica tácita y reconocer que las subas de precios no responden a un fenómeno estrictamente monetario, ya que la baja de la emisión ha sido brutal y los precios de alimentos no detienen su escalada. 

Pero la reunión no ofreció un resultado concreto, más allá de cierta apelación de buena voluntad al estilo de Pugliese, aquel célebre ministro de Alfonsín que luego de una reunión similar, afirmó: “les hablé con el corazón y me respondieron con la billetera”.

Como sea, este martes se conocerá el índice de inflación de febrero, que según descuentan en el mercado rondará el 15%, lo que muestra una marcada desaceleración por segundo mes consecutivo. Pero claro, el dato aún no refleja los aumentos tarifarios que se completan durante el mes en curso, que se trasladan como costo a todos los precios de la economía.

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