El Gobierno mantuvo el feriado para el día después del ballotage y pelea para que Milei llegue a retener dos tercios del voto de Bullrich.

Sergio Massa apuesta al crecimiento del voto en blanco y la baja participación para desactivar el voto antiperonista y derrotar a Javier Milei en el ballotage.

En el búnker de Unión por la Patria están satisfechos con el escenario que se presentó desde el domingo 22 de octubre, con la victoria inesperada de Massa y la ruptura de Juntos por el Cambio. Sin embargo, creen que si Milei aún es competitivo es por el polo antiperonista que aún sigue siendo mayoría. Entre Mlei y Patricia Bullrich, por caso, sacaron el 52%.

Para reducir ese porcentaje y superar a su rival, Massa no apuesta a convencer a quienes le votaron en contra sino a un objetivo más asequible, que es que no voten a Milei.

En las generales se contabilizaron 554.161 votos en blanco, lo que representó el 2,04% de los sufragios válidos totales. Los votos nulos, por su lado, alcanzaron los 224.864, el 0,81% del conjunto de votos emitidos. Tres encuestas que se hicieron luego del ballotage de las consultoras CB, Proyección y Analogías, dan un promedio de 10% de voto en blanco para la segunda vuelta.

Cuando Mauricio Macri tomó el control del espacio de Milei en su living de Acassuso, dijo que tenía medido que el 70% de los votos que sacó Bullrich en las generales irían a Milei. Eso representa nominalmente 4,39 millones de votos sobre los 6,27 millones que sacó la candidata de Juntos por el Cambio.

En el massismo creen que la migración automática del 70% de los votos positivos es un escenario demasiado benevolente para Milei, pero aún así analizan que para neutralizar el impacto es clave promover el voto en blanco y la no participación. El cálculo que hacen es que si el 20% de los votantes de Bullrich no emite su voto a favor de ningún candidato o no va a votar, el universo de votos de Juntos para Milei se reduciría casi en un millón. En ese contexto Massa se convertiría en presidente superando por décimas el 50%.

El escenario para Massa se aclararía aún más si Milei no llega a ese 70% del que habla Macri. Cuantos menos votos válidos de Bullrich retenga el libertario, menos es el porcentaje de votos en blanco que necesita Massa.

Monzó con Frigerio

Para desactivar el voto antiperonista, Massa lanzó un operativo de tres fases. El primero fue bajar a Leandro Santoro del ballotage porteño para desalentar a Jorge Macri a movilizar al PRO el 19 de noviembre y al mismo tiempo a evitar una negociación entre el candidato del PRO y los liberales. El jefe de gobierno electo aún esquiva pronunciarse a favor de Milei, una situación que hubiera sido diferente si debía ir a pescar los votos de Ramiro Marra en la segunda vuelta porteña.

En segundo lugar, Massa lanzó el operativo de seducción de la UCR, cuyos dirigentes rechazan públicamente a Milei. El propio Macri, para minimizar a los radicales, dice que juntan el 6% de los votos. Curiosamente es un porcentaje que puede ser clave para impedir que Milei -que sacó menos de 30% en las generales- sume los 15 puntos que necesita para ser competitivo. Massa sólo necesita 8 puntos para estar en ese nivel de 45% de los votos positivos, lo que creen que puede ser decisivo. Como en el ballotage no se cuentan los votos en blanco, un caudal que en las generales es del 45% puede representar más del 50% en el ballotage.

Por eso cada voto radical que no va a votar o vota en blanco, es un voto menos para Milei. Si además migra a Massa, es un doble golpe para el libertario, un traspié matemático que sólo sucede en un mano a mano como este.

El operativo de Massa no sólo se basa en loas a Alfonsín como las que hizo en las últimas horas. El ministro trabaja para que los gobernadores de Juntos por el Cambio sigan en la neutralidad, como hasta ahora. Ni siquiera los gobernadores electos por el PRO se pronunciaron por uno u otro candidato. Para eso lo estaría ayudando Emilio Monzó, de buen diálogo con Massa. La mano derecha de Monzó, Nicolás Massot, incluso dijo que ni había que ser neutral y votar a favor del candidato peronista.

Para esta campaña Massa consiguió aliados inesperados que están referenciados en el antiperonismo y logró que se convirtieran en voceros del voto en blanco.

El periodista Jorge Lanata, cuyo público es antiperonista acérrimo, sugirió que votará en blanco y hasta en la entrevista que le hizo a Macro el domingo dijo que no hay sólo dos opciones en el ballotage sino tres.

Elisa Carrió, enemiga del PJ si las hay, anunció que no irá a votar en el ballotage. “Me cansó moralmente la sociedad”, dijo Lilita. El ex ministro de Cultura, Pablo Avelluto, asesor estrecho de Macri durante la última década, también dijo que no votará a Milei.

Massa también tiene en Córdoba, que concentra el 8% del padrón, una parada brava por el voto antikirchnerista que convirtió a Macri en presidente en 2015. En el massismo aseguran que si consiguen que Milei no supere el 70% como hizo Macri aquel año, les alcanzará para ganar. Para eso, Massa está tratando de que todo el peronismo rodee al gobernador Juan Schiaretti y a su sucesor Martín Llaryora y conseguir, en un operativo de abajo hacia arriba impulsado por intendentes y legisladores, que lo voten a él o voten en blanco.

En tercer lugar, Massa busca desalentar la participación masiva. En la segunda ronda un empadronado que no va a votar vale lo mismo que alguien que vota en blanco porque achica el universo por el que se divide el porcentaje de cada candidato. Por eso Massa logró que el gobierno confirmara el feriado del lunes siguiente al ballotage.

“Que se vayan a Punta del Este o el country, que aprovechen y disfruten el finde”, dijo con sarcasmo a LPO un importante funcionario del Gobierno. “Si quieren votar, cambiarán el paquete, irán en diciembre, que también pueden usar el Previaje”, dijo Massa con picardía.

Advertido de esa situación, Milei dijo en la noche del domingo en LN+ que quienes se van de viaje y no van a votar, “después no lloren”.

La Política On Line y Seprin