El resultado electoral de las PASO deja varias conclusiones. La más importante es el estado de desintegración en el que está el kirchnerismo, el desastre electoral que han tenido, no sólo por la poca cantidad de votos que sacó Sergio Massa, sino porque, además, han perdido en lugares muy emblemáticos como, entre muchos ejemplos, la provincia de Santa Cruz o la Intendencia de Tigre, donde Malena Galmarini iba de candidata.
Como vengo comentando desde hace tiempo, esa era la prioridad absoluta que había que tener en esta elección: llevar al kirchnerismo al desastre electoral y que los resultados electorales siguieran la lógica de la decadencia política en la que se encuentra el kirchnerismo.
La otra conclusión es el análisis de lo que pasó en un sector de la oposición. Se especuló con que la elección entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich iba a ser pareja. Se veían encuestas que, por supuesto, estaban equivocadas, y hubo discusiones varias en redes sociales y en medios de comunicación. Y me quiero detener en esto porque me parece que es el eje central de un análisis que debe hacerse.
Muchos sectores de la política, especialmente en el peronismo y algunos sectores de JXC, no entendieron cómo cambió la sociedad Argentina. Horacio Rodríguez Larreta creyó que esta elección se ganaba por el aparato político. Tenía un aparato enorme; la cantidad de dinero que gastó en esta elección fue descomunal. Pensaba que incorporando dirigentes y amontonándolos sumaba votos.
Fue desopilante que unos día o semanas antes de la elección se anunciara que María Eugenia Vidal o Facundo Manes se incorporaban en apoyo a Horacio, como si eso fuera a volcar o a definir una elección cuando era, a todas luces, inocuo. A nadie le importa qué hacen Vidal o Manes. Les puede gustar Vidal o Manes, pero no arrastran votos. No existe una sola persona en Argentina que diga: “Ahora voy a votar a tal porque ese dirigente lo apoya a…”. No existe más. Ese es un pensamiento viejísimo, al mismo tiempo que también es viejísimo (y un poco inmoral) usar el dinero de los contribuyentes para hacer una campaña enorme. Llenar todo de carteles publicitarios y hacer una campaña desmedida es una antigüedad, es bastante poco ético y, además, les es indistinto a los ciudadanos que votan.
En ese sentido, quien sí entendió la interna de Juntos por el Cambio fue Patricia Bullrich, que hizo una campaña austera tratando de conectar con la gente de manera directa, haciendo una campaña para llegar a la mayor cantidad de personas posibles y no creyendo que poniendo más carteles publicitarios y teniendo más pauta sacaría más votos.
Martín Lousteau también gastó una cantidad estrafalaria de dinero en su campaña y eso demuestra que hay sectores de Juntos por el Cambio que no entendieron o entienden cómo está la cosa o cómo son las circunstancias del país.
No entendieron que este es un país que tiene 40% de pobres. No entendieron que este es un país jaqueado por la inseguridad, y pensaron que la gente seguiría votando como hace 40 años.
Es muy impactante ver cómo hubo sectores que, estando en su propia burbuja, pensaban que, si ponían más carteles o incorporaban más dirigentes al equipo la gente los votaría.
Lousteau cometió, además, un error garrafal, que fue intentar manipular a la opinión pública y cancelar a Franco Rinaldi por unos chistes viejos. El mismo Franco Rinaldi lo explicó y todos los que lo conocemos sabemos que eran chistes, que él no piensa esas cosas, que justamente lo hacía en un espacio que tenía un ritmo de programa de humor. Lousteau perdió dos semanas en cancelar a Rinaldi. Rinaldi renunció para que en la campaña no se siguiera hablando del tema. La sensación que quedó es que Lousteau no entiende en qué país está viviendo.
Argentina es un país donde gente buena muere en la calle víctima de delincuentes. Si la escala de valores de algunos dirigentes es analizar los chistes viejos, lo único que consiguen es mostrar una vez más que no tienen idea de lo que está pasando en la Argentina. La verdadera pérdida de valores en política aparece cuando se despilfarran recursos de la gente en beneficio de los políticos.
Estos errores de parte de la oposición le han hecho daño a las posibilidades de JxC. Alimentaron el discurso anticasta de Milei. Las maniobra de Larreta, que cambió el sistema de votación para beneficiar a Lousteau, fue de las cuestiones que desdibujó el rol de JxC. Es necesario ser muy distintos al peronismo, y ese tipo de maniobras son propias de los caudillos del PJ.
En ese sentido, tanto Patricia Bullrich como Milei entendieron que el camino no era ese y tuvieron resultados fabulosos. Milei porque sacó mucho más de lo que todo el mundo suponía y Patricia Bullrich porque ganó con comodidad la interna de Juntos por el Cambio. Es destacable también que el otro que se inscribe en la línea de los ganadores conceptuales haya sido Macri, porque Macri adelantó lo que podía llegar a pasar con Milei.
Ahora se abre un camino nuevo porque la verdadera elección es en octubre. El escenario va a ser muy volátil. El día después de la elección, el Gobierno ya produjo una devaluación y, casi seguramente, la inflación seguirá disparada. Se confirma una vez más que toda la economía está condicionada al disparate de que Massa sea candidato y ministro de Economía al mismo tiempo.
Lo que debe quedar como enseñanza, especialmente en Juntos por el Cambio, es que es muy importante representar a los votantes. Hubo mucha gente que estuvo muy enojada durante los últimos tiempos porque parecía que Juntos por el Cambio tenía un discurso para quedar bien con sectores que nunca lo iban a votar e ignorando al mismo tiempo a los que eran sus votantes históricos.
El insoportable discurso de terminar con la grieta, el intento de incorporar a dirigentes del PJ en medio del proceso electoral y el intento permanente de congraciarse con el discurso “progre” fue una catástrofe para parte de JxC que no se enteró del cambio de aire. Bullrich salvó a JxC de esa deriva pavota.
Ahora queda una representación más clara y más definida de Juntos por el Cambio, encarnada por los que ganaron las elecciones dentro de esa fuerza, y eso le va a dar posibilidades de crecimiento. Este sector ahora tiene la oportunidad de representar a sus electores. Es de esperar que eso suceda.
Las posibilidades de Javier Milei, con un porcentaje tan alto, son grandes y no es descartable que pueda terminar habiendo un ballotage entre Milei y Patricia Bullrich.
El gran objetivo es humillar al kirchnerismo y terminar con ese flagelo en la política. No bailar más al ritmo nefasto del PJ. Eso empezó a pasar y es algo que hay que festejar.
Darío Lopérfido Revista newsweek.com.ar