Cuando uno piensa que los delincuentes van armados y el costo de delinquir es cada vez más bajo, quizás ponga en la balanza el riesgo de un accidente contra el riesgo de ser atacado, maniatado, robado, y en muchos casos, presenciar una violación de un familiar (o varios). Un posible accidente se ve mucho más lejano y menos serio que lo expuesto.
Aun sabiendo esto, los políticos y los medios hacen hincapié constante en los peligros de poseer un arma en casa y no los beneficios. ¿Por qué? Actualmente, en Argentina es legal tener armas para defensa del hogar a través de un trámite (muy
costoso), tests psicológicos y para poder mantener el permiso se debe pagar todos los años. El costo es tan alto que cada vez es más difícil para los legítimos usuarios poder acceder a este derecho constitucional.
La falsa creencia. La frase “no son las armas las que matan, sino las personas” parece un chiste de mal gusto, pero no lo es. Es una realidad. Un automóvil es un arma mucho más peligrosa en manos de un sujeto ebrio que un revólver en manos de un usuario entrenado que lo guarda cuidadosamente para protección de su familia. Y siendo que para acceder a la tenencia (que no es lo mismo que portación) el usuario debe pasar por gran cantidad de tests, lo más probable es que esa arma no represente un riesgo para nadie.
La dura realidad. Mientras los civiles (y últimamente, incluso los policías) tienen un acceso cada vez más restringido a las armas, las personas con intención de delinquir las consiguen fácilmente en el mercado negro. Es decir, las personas que desean defenderse no pueden hacerlo, pero quienes desean depredar, no tienen barreras para hacerlo. Con leyes laxas y cárceles con puerta giratoria, si al menos los delincuentes supieran que dentro de un hogar que van a asaltar puede haber un ciudadano armado, es una barrera más al momento de decidirse a cometer un delito.
El peor argumento. En una red social, un usuario buscando asustarme, puesto que yo estoy a favor de que los ciudadanos puedan tener armas para defenderse, esgrimió: “O sea que los que somos de izquierda vamos a poder portar armas libremente también. Y los movimientos sociales”. Esto deja de manifiesto que los que creen en la violencia son los que más se oponen a que el individuo esté armado, ya que son los líderes de estos movimientos quienes incitan esa violencia y en muchas ocasiones los vemos arrojar piedras, usar palos o hasta en su época, explosivos, justificándose en una protesta social. No hay justificativo para la violencia, excepto cuando la vida de uno está en riesgo.
El monopolio de las armas. Cada vez que ocurre un tiroteo en alguna escuela en USA es utilizado como medio propagandístico contra la tenencia legal; pero la población de ese mismo país se resiste al desarme, ¿por qué? La misma Corte Suprema, desde la fundación de ese país, mantiene que los ciudadanos deben ser libres de portar armas (no solo tenerlas en sus casas) como método de limitar un posible avance de un estado (que tiene acceso a todo tipo de armas y sin control de los votantes) sobre las libertades individuales.
En países como Cuba se prohibió a los civiles tener armas, y todas las dictaduras que sobreviven hoy impiden que los ciudadanos estén armados mientras el estado mantiene el monopolio de la violencia, quizás porque la amenaza es la única manera de mantenerse en el poder luego de haber fallado como gobierno una y otra vez frente a los ciudadanos para quienes supuestamente
gobiernan.
No es casualidad que los movimientos de izquierda (como el partido demócrata en USA) busquen el desarme de la población, pero luego incentiven la movilización de masas que terminan ocasionando destrozos a la propiedad privada y muchas veces utilizando como arma incluso bancos de plaza, clavos y martillos… morteros caseros o “armas tumberas”.
Para algunos medios y algunos políticos, arrojar un huevo hacia un móvil de noticias es más grave que arrojar 20 toneladas de piedra contra la policía. Esos son los valores de quienes se oponen a que los ciudadanos guarden armas en sus hogares
para defender su propiedad y su vida.
* Lilia Lemoine, IT Specialist
Fuente MDZ