POR GUILLERMO SAAVEDRA
ENERO 03, 2023
China vuelve a presionar a Argentina para construir una base naval en Ushuaia, provincia de Tierra del Fuego, lo que significaría abrir la puerta a Beijín a la Antártida.
La base militar permitiría a China controlar el paso entre los océanos Atlántico y Pacífico y monitorear las comunicaciones en todo el hemisferio, en una clara y masiva intromisión del país asiático en los asuntos internacionales, reportó el portal francés Intelligence Online.
“Una eventual base china en Ushuaia le permitiría a Beijíng contar con un enclave permanente en el hemisferio sur, con proyección hacia el Atlántico Sur que, dependiendo de las condiciones negociadas con Argentina, le podría permitir la construcción de instalaciones, así como la presencia de unidades navales y contingente militar en este cuadrante”, dijo a Diálogo el 28 de noviembre Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae, de Chile. “China podría interceptar todo tipo de comunicaciones regionales con un claro impacto económico y estratégico, además de obtener el potencial de mantener un monitoreo permanente del tránsito marítimo”.
Las negociaciones son encabezadas por Shuiping Tu, un funcionario del Partido Comunista Chino (PCC) radicado en Argentina, y representante de la empresa estatal HydroChina Corp en Sudamérica, citó Intelligence Online. Tu habría logrado persuadir al gobernador de Tierra del Fuego Gustavo Melella, para que cambiaran su posición respecto a las inversiones chinas en la provincia, indica Intelligence Online.
En el contexto geopolítico, la presencia de una base china en Sudamérica se podría interpretar como una importante jugada estratégica de Beijín. “El proyecto de la Franja y la Ruta (BRI) anunciado por China en 2013, busca tener una clara proyección hacia esta zona del continente”, advierte Rojas. “Y si esta base en Ushuaia se concreta, podría transformarse en la primera de muchas otras, tanto en la costa del Atlántico como la del Pacífico o la zona andina”.
La BRI fue promocionada como una “estrategia de desarrollo de infraestructura global y cooperación internacional”, para permitir la injerencia de China en el financiamiento y la construcción de infraestructura, para montar una amplia comunidad de intereses compartidos en Asia, África y Latinoamérica. Sin embargo, en realidad busca aumentar el dominio y control chino sobre países en desarrollo, agrega Rojas.
Un estudio de AidData, un laboratorio de investigación del College of William and Mary, en Virginia, que analizó 13 427 proyectos respaldados por China en 165 países durante 18 años, por un valor de USD 843 000 millones, aclara las intenciones de Beijín. El estudio encontró que un número creciente de proyectos respaldados por China están suspendidos o cancelados desde el lanzamiento de la BRI, con evidencia de “remordimiento del comprador” en países tan distantes como Kazajstán, Costa Rica y Camerún, por preocupaciones en torno a corrupción, infracciones laborales, contaminación ambiental y protestas públicas, informó Reuters.
“Un número creciente de legisladores en países de ingresos bajos y medianos están suspendiendo proyectos BRI de alto perfil debido a preocupaciones sobre precios excesivos, corrupción y sostenibilidad de la deuda”, dijo Brad Parks, uno de los autores del estudio de AidData a Reuters. Los cambios importantes en el sentimiento del público dificultan que los países participantes mantengan relaciones cercanas con Beijín, agregó Parks.
Actualmente China tiene tres enclaves operativos en el extranjero, siendo el más conocido el de Djibouti, en África oriental, que nació a partir del combate a los piratas somalíes que atacaban los barcos de carga que circulaban por el Golfo de Adén. Esto le permite una presencia estratégica y permanente en la ruta que conecta el mar Rojo con el océano Índico.
“También está la base naval de Ream, en Camboya, donde China tiene una importante proyección en la zona del sudeste Asiático, y un alto nivel de autonomía tanto en la base como sus alrededores, al punto que ya construyó un nuevo puerto”, agregó Rojas. “Y está la base en Tadjikistán, en construcción en la región autónoma de Gorno-Badakhshan, que comparte fronteras con China y Afganistán, con la cual Beijín busca reforzar su presencia en Asia central”.
A ellos se suma la estación espacial que China tiene en Neuquén, Argentina. “Yo lo veo así: son instalaciones de un gobierno autoritario, que no deja que los argentinos accedan a ellas, excepto si van de visita”, dijo la General del Ejército de los EE. UU. Laura J. Richardson, comandante del Comando Sur de los EE. UU. a Infobae el 27 de abril.
“¿En qué andan? Ellos [China] no tienen las mismas preocupaciones que nosotros en términos de libertad y de un hemisferio occidental libre, seguro y próspero”, finalizó la Gral. Richardson. “Me preocupa. Y está manejado por una empresa del Estado y del Ejército Popular de China. ¿Para qué están usando esa instalación?”