Por DARÍO LOPÉRFIDO

El país está en una crisis muy profunda y la coalición gobernante está más preocupada por sus luchas internas y por tratar de despegarse del desastre autoprovocado que por sacar adelante la situación. Existe un clásico en la historia del peronismo: cuando hay una crisis aparece siempre un sector del gobierno que se muestra como oposición.

En este contexto hubo declaraciones de Andrés Larroque en las que se planteó que la “propiedad” del gobierno pertenece al sector que él representa (CFK, La Cámpora). Larroque es un claro ejemplar del kirchnerismo: un dirigente con notorias carencias intelectuales, que cuando habla refleja el pensamiento de los que están por encima de él en esa organización sectaria llamada kirchnerismo. En este tipo de organizaciones políticas autoritarias hay continuamente gente como Larroque, que tienen poquísimas luces y que están desprovistos de ideas propias (y de vergüenza), pero que, eso sí, son fieles transmisores del pensamiento de sus jefes políticos.

Más allá del dislate autoritario de pretender que la propiedad del gobierno sea de un grupo y no del conjunto de los ciudadanos, creo que es interesante la frase para entender el accionar de CFK y sus acólitos. Esto debería ser, además, materia de reflexión para el futuro gobierno que se verá obligado a desmontar las “bombas” que están armadas a partir de ese concepto de “propiedad”. El kirchnerismo se ha apropiado de muchos organismos y eso no se modifica con el cambio de gobierno (en la administración de Macri se pudo ver con claridad la dificultad de gestionar lugares tomados por los K). El tema es que la oposición debe visualizar ese problema y tener un plan de antemano para conseguir que esos lugares vuelvan a ser públicos y dejen de ser cajas y espacios de militancia de una secta política.

La mejor prueba de la apropiación de los lugares es que los militantes y dirigentes K dicen que el rumbo del gobierno es equivocado, pero no dejan los lugares que ocupan y los utilizan como oficinas de empleo de militantes, cajas políticas y lugares de operaciones contra el que piensa distinto.

No se puede tener una agencia oficial de noticias como Telam que solo sea difusora del partido gobernante (en el último tiempo fue también difusora y propagandista de la estrategia asesina de Putin). No sirve un Instituto de Cine que sea famoso por sus desaguisados económicos, en el cual se proscriba a opositores y donde proliferen subsidios a películas con historias tendenciosas que, además, nadie mira. No puede haber un canal público con una estructura elefantiásica, donde se proscriba al que no es K. Un INADI donde se persigue al que piensa distinto y se protege a los que discriminan, siempre y cuando sean del PJ. No puede haber 23 ministerios, muchos de los cuales solo sirven para hacer transacciones políticas: ¿Qué hace el camporista Cabandié por el medio ambiente? ¿Para qué sirve el Ministerio de la Mujer que está conducido por la abogada de Milagro Sala, que ejercía violencia contra las mujeres que no se sometían a ella y gasta fortunas en remises?. Todo esto en un país donde el 60 por ciento de los niños son pobres y donde los jubilados pasan miserias.

Estos son solo algunos ejemplos. La lista que podría hacerse es infinita. Hay infinidad de lugares “copados” (palabra setentista que tanto les gusta a los K) para quedarse con dinero público, hacer política partidaria y financiar a militantes.
La oposición debería hacerse ya de un plan para esa cantidad enorme de lugares que no cumplen ninguna finalidad pública y que han sido apropiados por un sector político. Algunos piensan que hay que cerrrarlos. Otros, que hay que reformarlos brutalmente. Sobre esos parámetros se puede discutir. Lo que es inaceptable es mantener este estado de cosas a costa del dinero de los contribuyentes. Es, además, inaceptable, porque implica un gasto brutal que se transfiere de los ciudadanos a un aparato político, porque es necesario achicar gastos y porque representa un problema moral en un país pobrísimo.

Hace unos días vimos un ejemplo cabal de esa apropiación. En el Museo Sitio de la Memoria (ex Esma) se hizo una muestra en la que se difamaba y estigmatizaba a fuerzas políticas y a políticos opositores. El lugar donde la dictadura hacia desaparecer personas el kirchnerismo lo usa para hacer desaparecer ideas ajenas y perseguir al que piensa distinto. No hay mayor ejemplo de apropiación de un lugar que éste, ya que pertenece a todos los ciudadanos.

La indigencia intelectual en la que se encuentran los funcionarios de este gobierno no les permite discernir, debido al fanatismo que profesan, que usar la Esma para perseguir opositores es banalizar el lugar de una tragedia.

Siempre pueden caer más bajo porque razonan como una secta.