Alberto Fernández no logró que el Senado trate el pliego de Cristina Caamaño como jefa de la Agencia Federal de Inteligencia, la AFI, pese a la mayoría que el Frente de Todos tuvo estos dos años y perderá el 10 de diciembre.
Por esa razón, en estas horas alista un decreto para prorrogar su continuidad por otro año y ya no por seis meses como hizo desde que asumió.
Con la certeza de no poder lograr el aval parlamentario en ningún momento de su mandato, firmaría otro decreto en diciembre de 2022 y Caamaño podría ser la primera jefa de los espías que ejerza sin aval parlamentario desde la sanción de la ley que creó la AFI y eliminó la vieja Secretaría de Inteligencia, la SI, sucesora de la Side.
Ese cambio de época fue en 2015, luego del fallecimiento del fiscal del caso AMIA Alberto Nisman, en plena disputa de Cristina Kirchner con los históricos de la Side como Jaime Stiuso. El primero en conseguir aval parlamentario para ocupar el sillón de la calle 25 de mayo fue el ahora senador Oscar Parrilli y le siguió la dupla macrista Gustavo Arribas y Silvia Majdalani.
En junio la página web del Senado publicó una citación a Caamaño para exponer su pliego, pero luego se borró. Después quedó involucrada en una filtración de identidades de espías y nunca más la llamaron. Alberto le permitiría ejercer por decreto los cuatro años.
Caamaño mantuvo las expectativas en estos dos años, pero no le fue posible conseguir el respaldo de los senadores, aun cuando el Frente de Todos tenía sobrada mayoría para nombrarla. Su pliego llegó el 20 de junio de 2020 y quedó escondido en la Comisión de Acuerdos, presidida por Anabel Fernández Sagasti, cercana a Cristina Kirchner.
El último 28 de junio parecía destrabarse: la página web del Senado publicó la convocatoria a una audiencia pública el miércoles 30 para escuchar a Caamaño, pero la citación desapareció por arte de magia.
Las versiones en el Congreso fueron muchas: desde un error administrativo, hasta una teléfono descompuesto entre los referentes del Frente de Todos.
Lo cierto es que el pliego nunca se trató y Caamaño, después de esa fallida citación, no hizo fácil que se la defienda, porque en julio se conoció una filtración de las identidades de agentes de inteligencia. Culpó a la justicia, pero los expertos en los sótanos de la democracia que deambulan por el Congreso aseguran que fue responsable.
Y la semana pasada Infobae filtró audios que daban a conocer que obligó a renunciar al subdirector de Asuntos Internos Andrés Albor y antedató la fecha de su salida para no involucrar al organismo en su denuncia penal que hizo contra Mariano Llorens, camarista federal de la Capital, por haber visitado a Mauricio Macri cuando era presidente y no correrse de sus causas.
Demasiados errores para que su pliego salga del cajón. Su antecedente podría ser usado por los futuros presidentes para ignorar la ley y elegir al jefe de los espíes que consideren, aun sin una mayoría del Senado que lo respalde.
Pero lejos de bajar el perfil, la jefa de la AFI usó estos meses para viajar a cinco conferencias en el exterior. Desde la semana pasada que participa de la 44° reunión de grupos de trabajo y del pleno de representantes del Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (Gafilat), que se realiza hasta el 3 de diciembre en Punta Cana, junto a las playas caribeñas.
Caamaño es la funcionaria de más alto rango de la delegación argentina, porque la UIF y la Justicia enviaron técnicos o directores de rango medio. Después de las primarias se fue a Paraguay a reunirse con representantes de la KGB, la histórica agencia de inteligencia rusa, según publicó Clarín.
Y entre el 18 y el 28 de octubre estuvo en Portugal y España, donde se enteró de la suspensión de la indagatoria de Mauricio Macri porque no había revelado el secreto de Estado. Como no llegaba a tiempo, Alberto tuvo que hacerlo por decreto. El mismo recurso que usó para mantener a Caamaño en su cargo desde 2019. Y el que usaría para sostenerla hasta 2023.