Las grandes alimenticias del país, lejos de solidarizarse con la actual situación económica crítica, acudieron a pequeñas trampas en las góndolas en perjuicio del consumidor. Estas avivadas se ven reflejadas en el contenido de los productos, que fueron reducidos en cuanto a su peso y que, paradójicamente, aumentaron su cotización.

El queso untable Finlandia light, de La Serenísima, es una prueba de ello. En la imagen se observan dos productos que aparentan ser similares, por su diseño y tamaño, aunque la nueva versión del queso crema de la principal láctea del país cuenta con 20 gramos menos que su predecesora. Esta sutil diferencia se expresa en el fondo del recipiente de plástico, cuya disminución de su volumen (de 200 a 180 gramos) consiste en una especie de “canaleta hacia adentro” que permite una menor proporción del lácteo.

No obstante, el precio de este queso crema se incrementó notoriamente desde diciembre pasado: de 118 a 171 pesos, incluso más que la inflación acumulada en este período. Por otra parte, el envase de 300 gramos también se achicó, pero en ninguno de ambos casos la empresa dio aviso de estos cambios que no se reflejan en el aspecto del producto y que consisten en una trampa a los consumidores.

Ya el pasado mes, el gobierno nacional, a través de la secretaría de Comercio Interior a cargo de Paula Español, imputó a las alimenticias Mondelez, Bagley y Pepsico por comercializar productos prácticamente idénticos a valores diferentes, buscando así escapar a los programas de control de precios. “La metodología que utilizaron estas empresas al modificar mínimamente una propiedad y/o el contenido neto de algunos de sus productos, para luego poder incrementar sustancialmente sus precios, puede representar un incumplimiento de los principios básicos de la ley de Defensa del Consumidor (Nro. 24.240)”, indicaron.

De este modo, estas multas pueden ascender a los 550 millones de pesos, en lo que representa una serie de prácticas que se han vuelto más habituales en las empresas alimenticias. Por eso, la secretaría de Comercio creó el Sistema de Fiscalización de Rótulos y Etiquetas (SIFIRE), cuya función busca reducir el error o confusión que muchas veces generan las nuevas presentaciones de productos que difieren nula o mínimamente de otros ya comercializados.

Con respecto a Mondelez, el gobierno lo acusa de vender galletitas Pepitos en dos presentaciones con rótulos “similares y engañosos”. Ambos paquetes que se comercializan bajo el nombre “Pepitos Original” y poseen características visuales muy parecidas entre sí, tienen una diferencia mínima en el peso (118 y 119 gramos) pero se diferencian en más del 50 por ciento en su precio final: 58,90 a 91,42 pesos, según el último abril.

Finalmente, en el caso de Bagley, sucede algo similar con las galletitas Sonrisas. La marca presenta “dos versiones prácticamente idénticas con una diferencia de 10 gramos en su contenido neto, y un precio de venta 30 por ciento más alto”, sostuvieron desde el organismo nacional. Por último, señalaron que se encontró una “actitud equivalente” en la empresa PepsiCo, ya que en las góndolas de los comercios conviven dos versiones de palitos salados (Pehuamar) con una diferencia de 6 gramos en su peso neto y de aproximadamente el 15 por ciento de suba en el precio final. (www.REALPOLITIK.com.ar)