El agravamiento de la crisis sanitaria en Brasil significa que, con el 2,7{688a8ce96c256f08401d8e2f5c8db48dc2792b622bdd2a5bb1e6509fa5d7b8e2} de la población mundial, suma una cuarta parte de las muertes diarias por coronavirus en el planeta, según la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos. Pese a lo espectacular de esas cifras, en tasa de fallecidos por millón de habitantes, el país convertido ahora en epicentro de la pandemia está aún por debajo de las de Bélgica, Estados Unidos o España, según el recuento de Our World in Data, aunque sufre de una importante subnotificación de casos. Y cada día se reduce la diferencia porque las cifras de muertos siguen escalando. El Estado de São Paulo, que tiene 46 millones de habitantes, como España, ha superado este martes el umbral de los mil muertos en una sola jornada. En su peor momento, España superó los 900.

Mientras Brasil se horroriza con vídeos de cadáveres tirados en morgues o en UCIs, el presidente brasileño insiste en minimizar la gravedad de la crisis sanitaria y persiste en su batalla contra los esfuerzos de otras autoridades. Jair Bolsonaro sigue sin estar convencido de la utilidad de las medidas que limitan la circulación de personas para contener el avance de la covid. Tras un año de esta pandemia que ha matado a casi 300.000 brasileños, el mandatario ha acudido a los tribunales además de insistir en su discurso de que las cuarentenas perjudican más a los pobres y que el pueblo necesita salir a trabajar. Bolsonaro presentó un recurso contra los decretos por los que los gobernadores de los Estados de Bahía, Río Grande do Sul y el Distrito Federal (de distintos partidos) han impuesto restricciones ante el espectacular aumento de los ingresos en UCIs y el colapso de la red hospitalaria. Uno de los jueces del alto tribunal ha rechazado este martes la apelación del presidente.

En su recurso, Bolsonaro reclamaba a los jueces del alto tribunal brasileño que dictaminen que el cierre de las actividades no esenciales compete al Congreso y no puede ser adoptada por los gobernadores, según informó G1, d el grupo Globo. Para el mandatario los gobernadores son unos tiranos que cercenan las libertades de la ciudadanía amparados en la crisis sanitaria.

“¿Debería cambiar mi discurso, ceder, como está haciendo la gran mayoría? Si me convencen de lo contrario, lo haré, pero todavía no me han convencido. Debemos luchar contra el virus, no contra el presidente. Esto no es un recado para nadie”, declaró Bolsonaro este lunes, al día siguiente de que cientos de banqueros y economistas se unieran en una carta pública para reclamar al presidente y al Gobierno federal medidas contundentes, coordinadas, confianza en la ciencia, más esfuerzos para comprar vacunas y que aparque una vez por todas el falso dilema entre la crisis económica y la crisis sanitaria.

Mientras los diplomáticos brasileños intentan conseguir kits para intubación en el extranjero, prosigue la vacunación pero a un ritmo lento por falta de dosis.

El presidente de Telefónica en Brasil, Christian Gebara, ha insistido este martes en una entrevista con el diario Estadão en cuáles deben en su opinión ser las prioridades para retomar el crecimiento cuanto antes: vacunación en masa de la población junto a las reformas tributaria y administrativa.

Casi todos los esfuerzos los gobernadores para adoptar de manera coordinada unas medidas para reducir la velocidad de transmisión del virus han sido infructuosos hasta el momento de manera que las limitaciones al tránsito de personas o el cierre del comercio son muy desiguales en todo el territorio aunque la situación es gravísima en casi todos los rincones del país.

Desde el inicio de la pandemia gobernadores y alcaldes han ido imponiendo las restricciones que han considerado necesarias en vista de que Bolsonaro y el Gobierno que preside renunciaron a asumir las riendas del combate al coronavirus más allá de enviar fondos extras a los Estados, sufragar durante meses una paga covid y negociar la compra de parte de las vacunas.

Por si fuera poco, en el peor momento de la crisis, la toma de posesión de Marcelo Quiroga, el médico elegido por el presidente como su cuarto ministro de salud en la pandemia, se ha demorado más de una semana. Este martes ha tomado posesión en una discreta ceremonia en Brasilia