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Tormenta perfecta en Frávega: El liderazgo que desató el caos

Gerentes y trabajadores denuncian el cierre intempestivo de sucursales, despidos masivos, cambios erráticos en la conducción comercial y un destrato preocupante. Mientras tanto, la empresa avanza con la ocupación de oficinas millonarias en un exclusivo edificio de Núñez, generando aún más indignación.

Frávega, una de las marcas más emblemáticas del retail argentino, enfrenta por estas semanas uno de los momentos más delicados de su historia reciente. La caída en las ventas -tanto en su plataforma de e-commerce como en sus más de cien sucursales- se combina con un clima laboral deteriorado, denuncias sindicales, comunicaciones corporativas contradictorias y un creciente descontento interno que tiene nombre y apellido: Nuria Rodríguez, directora comercial de la empresa.

Rodríguez, que cuenta con el respaldo del CEO, Manuel Sánchez Gómez; y del director de Recursos Humanos, Eduardo Laporta; es señalada por trabajadores, mandos medios y gerentes de imponer un estilo de conducción “errático, agresivo y autoritario”, según describen distintas fuentes internas. Sus decisiones, lejos de amortiguar la crisis, parecen haber profundizado el malestar.

Un liderazgo cuestionado: “Destrato, autoritarismo y desconocimiento del negocio”

En una carta inédita dirigida directamente a la Familia Frávega, los gerentes de distintas áreas describieron una situación que califican como “dolorosa, preocupante y ajena a la cultura histórica de la compañía”.

En la misiva, los firmantes aseguran que Rodríguez ha instaurado objetivos presupuestarios inalcanzablesrecortes unilaterales, modificaciones improvisadas en categorías y jerarquías, y un estilo de conducción que “desvaloriza el esfuerzo de los equipos, genera tensión en todos los sectores y afecta gravemente la motivación general”.

La carta señala, además, la elaboración de manuales y protocolos que “entorpecen” el funcionamiento, la obligación de firmar planillas diarias sin sentido operativo, falta de escucha y decisiones tomadas “sin considerar sugerencias ni realidades de cada sector”, desconocimiento del negocio, de su logística y de la capacidad operativa actual, reducción arbitraria de bonos y premios, comunicada a pocos días del cobro y amenazas de sanciones económicas por objetivos considerados “imposibles de cumplir”.

Los gerentes también remarcan un hecho que marca un quiebre con la cultura corporativa: “Frávega jamás castigó económicamente a sus empleados. Hoy eso cambió”.

Ajuste interno, pero expansión inmobiliaria

Mientras la empresa pide austeridad, recorta premios y congela salarios desde febrero de 2025 para el personal fuera de convenio, avanza simultáneamente en la adquisición de oficinas en el Centro Empresarial Libertador, ubicado en la exclusiva avenida del Libertador al 7200.

El edificio, moderno y de altísimo valor inmobiliario, despierta un interrogante que se repite entre gerentes y trabajadores: ¿No era que no había dinero?El contraste entre los recortes internos y la inversión millonaria profundiza la sensación de falta de rumbo claro y refuerza la percepción de desconexión entre la conducción ejecutiva y la realidad cotidiana de los empleados.

Cierres sin aviso y la amenaza de trescientos despidos más

En paralelo al conflicto interno, Frávega tomó una serie de medidas que encendieron alarmas en todo el país. Días atrás, los trabajadores de la sucursal de Temperley se encontraron con las persianas bajas sin aviso previo, ni comunicación, ni explicación alguna. El hecho detonó una protesta espontánea en la puerta del local y una denuncia inmediata por parte del Sindicato de Empleados de Comercio de Lomas de Zamora (CEC).

Rubén Crosta, su secretario General, calificó la maniobra como “un acto de desprecio absoluto por quienes sostienen día a día el funcionamiento de la firma”.

En agosto, la empresa ya había cerrado otra sucursal en Pergamino. Ahora, el sindicato advierte que lo de Temperley no sería un hecho aislado: “Frávega planea continuar con los despidos. Ya despidió a más de doscientos y estaría preparando el despido de otros trescientos compañeros y compañeras en todo el país”, declaró Crosta.

La denuncia formal ya está radicada ante el ministerio de Trabajo, que intervino y convocó a la empresa a audiencia.

Salarios congelados, bonos no pagados y reclamos sin respuesta

Además del clima laboral tenso, los empleados plantean la falta de aumentos salariales desde febrero para el personal fuera de convenio, el incumplimiento en la liquidación del bono anual y la ausencia de respuestas sobre pago de feriados al personal jerárquico. Todo esto configura un escenario que, según los trabajadores, muestra “desatención total hacia las necesidades de quienes sostienen la operación de la empresa”.

La combinación de ventas en bajaautoritarismo en la conduccióndecisiones improvisadasdespidos masivos en ciernescierres repentinosbeneficios recortados y una inversión inmobiliaria millonaria, dibuja un panorama desconcertante. Trabajadores, gerentes y sindicatos coinciden en un mismo interrogante: ¿Hacia dónde está llevando la conducción actual a una de las cadenas más tradicionales del país?

El conflicto en Frávega expone una crisis que va mucho más allá de lo comercial. La caída en las ventas funciona como un disparador, pero el problema central parece estar en otro lugar: en un modelo de gestión que, según las voces internas, se ha vuelto errático, distante, verticalista y contraproducente.

Mientras la familia propietaria evalúa los pasos a seguir, y el ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires interviene ante la ola de despidos, la empresa enfrenta un desafío decisivo: reconstruir el clima interno, recuperar la confianza perdida y rediseñar un liderazgo capaz de conducir a la firma en un momento crítico.

Porque, como remarcan sus propios gerentes en la carta que ya es un símbolo de la crisis: “A Frávega la hicimos grande entre todos. No queremos más atropellos ni autoritarismo. Es por todos”.

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