Un depósito de la polémica multinacional, acusada en el pasado por la destrucción de documentos sensibles, volvió a arder. Reaparecen dudas sobre controles y seguridad industrial.
El devastador incendio que sacudió al Polo Industrial de Ezeiza en la noche del viernes 14 de noviembre no solo movilizó a más de una decena de municipios, sino que también reabrió una herida que Argentina no terminó de cerrar: uno de los depósitos destruidos pertenece a Iron Mountain, la misma empresa que protagonizó el incendio de Barracas en 2014, que dejó 10 bomberos y rescatistas muertos, con pericias que revelaron origen intencional en medio de investigaciones por documentos financieros comprometedores.
El siniestro, visible desde distintos puntos del AMBA y registrado incluso desde aviones en vuelo, ya lleva más de 15 horas sin extinguirse por completo. Las autoridades confirmaron que, entre los siete focos iniciados dentro del Polo Industrial, uno alcanzó un depósito de Iron Mountain, intensificando la preocupación por la seguridad de las instalaciones y el destino de la información que allí se almacenaba.
Iron Mountain es una compañía estadounidense dedicada a la gestión de información, incluyendo almacenamiento físico de documentos sensibles, custodia de archivos, destrucción segura y resguardo digital. En Argentina opera desde hace décadas y brinda servicios a empresas y organismos estatales.
Pero su nombre quedó marcado en la memoria colectiva tras el incendio del 5 de febrero de 2014 en su planta de Barracas, donde murieron 10 servidores públicos mientras combatían un fuego que, según la Justicia, fue intencional. Aquel episodio estuvo rodeado por sospechas: se investigaba si el incendio buscó destruir documentación financiera clave vinculada a investigaciones sensibles. Directivos de la empresa y exfuncionarios terminaron involucrados en procesos judiciales y el hecho generó una fuerte polémica nacional.
El intendente Gastón Granados confirmó que la firma “recientemente había trasladado uno de sus depósitos al Polo” y que allí se almacenaban “documentos de la administración pública”, lo que reactiva la preocupación por el resguardo de información crítica del Estado.
El incendio comenzó durante la noche del viernes y, según estimaciones oficiales, afectó distintas plantas del Polo Industrial, con al menos siete focos simultáneos que se propagaron rápidamente por la magnitud de los materiales involucrados.
Una de las imágenes más impactantes circuló en redes sociales; un pasajero grabó desde un avión el momento exacto de la explosión, captando la gigantesca “bola de fuego” que iluminó la zona industrial de Spegazzini. El resplandor fue visible desde diversos puntos del Área Metropolitana, lo que generó alarma entre los vecinos que, durante horas, desconocían si el humo podía contener sustancias tóxicas.
Durante la noche, ante la magnitud del humo generado por el incendio, el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires emitió un comunicado detallando los pasos de prevención para los vecinos del área, mientras se evaluaban posibles contaminantes en el aire tras la explosión.
Aunque con el paso de las horas se descartó un riesgo inmediato para la población, las autoridades continuaron monitoreando la calidad del aire por la presencia de productos químicos, papeles, plásticos y otros materiales combustibles típicos del tipo de empresas afectadas.
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