Las falsas denuncias y las operaciones en medios de comunicación son sus recursos en tiempos electorales.
Para un sector de la política argentina todo recurso es válido para ganar una elección. Algunos instrumentos son más recurrentes que otros, el uso de falsas denuncias y la operación conjunta de los medios de comunicación para difundirlas parecen ser una constante. Oponerse al kirchnerismo tiene su costo y el candidato a diputado nacional, Jose Luis Espert, no es el primero en experimentarlo.
Un repaso por la historia reciente de nuestro país puede darnos luz sobre el modus operandi típico de los “abanderados de la democracia” en tiempos electorales. Antes de que explote la utilización del término en 2016, las “fake news” ya eran utilizadas en la política nacional.
De Narváez, un ensayo previo
En el año 2009 se decía que “Les ganó a todos juntos“. En aquel entonces el candidato de Unión Pro, Francisco de Narváez, había vencido al expresidente Néstor Kirchner que utilizaba el apoyo de Sergio Massa y otros peronistas como símbolo de unidad. El oficialismo venía golpeado por el impacto de la infame Resolución 125, impulsada por el ahora presidente de la Unión Cívica Radical, Martín Lousteau.
No obstante, la campaña no estuvo libre de obstáculos para el ahora retirado político opositor. Pese a que con el pasar de los años no se demostró su culpabilidad ni fue imputado o condenado, en plena campaña fue acusado de tener vínculos con el narcotráfico y la efedrina.
Fue citado a declarar en tiempo récord por Federico Faggionato Márquez, ex juez federal destituido por falta de imparcialidad, manejo irregular de causas complejas y otros motivos vinculados al mal desempeño en 2010. También fue blanco de ataque de figuras como Aníbal Fernández, ministro de Seguridad y Justicia del momento, Horacio Verbitsky, periodista montonero de Página 12, y el mismo Néstor Kichner.
A día de hoy, Francisco es uno de los empresarios más exitosos de Latinoamérica. Es líder del Grupo De Narváez, propietario de ChangoMás en Argentina y otras firmas en la región. Alejado de la política y con un historial judicial impecable, es para los conocedores de nuestra historia un ejemplo de hasta donde pueden llegar las figuras que se esconden detrás de Fuerza Patria.
“Creo que es la forma de hacerlo. Se ha intentado en el pasado, no caben las medias tintas” declaró el empresario en julio, en entrevista con el diario El País de Uruguay, refiriéndose al proyecto liberal en Argentina. Expresó un deseo de éxito al presidente “por el bien de los argentinos“:
El paso al costado de Espert
José Luis Espert llegó a consolidarse como el principal referente contra el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires. Representando a un espacio que hace del “kirchnerismo nunca más” un slogan, era de esperarse que se constituyera como objetivo de una campaña sucia.
En el marco de una denuncia impulsada por el dirigente marxista y kirchnerista, Juan Grabois, se busca vincularlo con el narcotráfico a través de Fred Machado, personaje con el que habría tenido vínculos empresariales declarados de forma legal, durante un período fuera de campañas electorales cuando aún no ejercía un cargo público.
“Los ciudadanos privados somos los que damos explicaciones una y otra vez, mientras los políticos corruptos que hace décadas viven de los recursos de los más pobres no dan nunca ninguna explicación”, aseguró Espert en un video difundido en redes, repasando y desarmando la versión del referente kirchnerista.
En señales como A24, TN y C5N se emitieron programas completos “confirmando” vínculos con una red de narcotrafico sin respaldo judicial, evidenciando la operación periodística y política contra su persona, lejos de las formas del buen periodismo.
“Esto es una causa al servicio de cambiar el país. La Argentina siempre está por encima de las personas. Garantizar el cambio es más importante que cualquiera de nosotros”, declaró el presidente trás aceptar la renuncia del candidato. El objetivo del gobierno es priorizar el debate sobre las propuestas y no detenerse en debates sobre personas.
La historia parece repetirse: cuando un opositor amenaza al poder kirchnerista, aparecen las operaciones mediáticas, las denuncias sin sustento y los intentos de desgaste público. Lo vivió De Narváez en 2009 y hoy lo enfrenta Espert, en una versión adaptada a la era digital, donde las redes amplifican las “fake news” y los medios repiten acusaciones antes de que la justicia siquiera intervenga.
En un país donde la desinformación se ha vuelto un arma política, el desafío no es sólo ganar elecciones, sino resistir la maquinaria de desprestigio que se activa cada vez que alguien desafía al statu quo.
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