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Javier Milei ordenó a su delegación quedarse mientras la ONU se ausentó por Netanyahu

Mientras la ONU se vació ante Netanyahu, Milei ordenó a su delegación quedarse y mostró respaldo absoluto a Israel.

En un gesto que marca la nueva alineación internacional del gobierno, la delegación argentina —por instrucción  del presidente Javier Milei— rompió el boicot diplomático global y permaneció en la Asamblea General mientras decenas de países abandonaban el recinto ante el discurso de Benjamín Netanyahu. La decisión fortalece la alianza con Israel  y reafirma la postura de un Ejecutivo que prioriza seguridad y realismo frente a la presión humanitaria internacional.

El saldo más visible de la sesión fue la imagen de la sala casi vacía: decenas —según relatos de prensa, más de un centenar de diplomáticos de más de cincuenta países— se pusieron de pie y se retiraron en señal de protesta cuando el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu se presentó en el estrado de la Asamblea General.  La masiva salida fue interpretada internacionalmente como un reproche explícito al curso de la ofensiva israelí en la Franja de Gaza y a las acusaciones de crímenes que rodean el conflicto.

Contra esa corriente, la delegación argentina permaneció en su lugar: fuentes informaron que la permanencia obedeció a una instrucción directa del presidente Javier Milei, quien la víspera se reunió con Netanyahu y ratificó el apoyo incondicional de la Casa Rosada a Israel. El gesto, buscado y publicitado por el gobierno, sitúa al país en la órbita de los aliados resueltos de  Tel Aviv en un momento de presión diplomática máxima sobre el Estado hebreo

En un discurso combativo, Netanyahu defendió la continuidad de la ofensiva en Gaza y negó las imputaciones de genocidio. “Israel debe terminar su trabajo en Gaza”, afirmó al ratificar la continuidad de la acción militar; en otro pasaje rechazó la fórmula de un Estado palestino: “Es una locura y no lo haremos”, subrayó, y agregó que reconocer a Palestina  sería un “suicidio nacional”. A lo largo de aproximadamente 40 a 42 minutos —según distintos pasajes de la intervención— desplegó mapas, referencias a operaciones en múltiples frentes y argumentos destinados a justificar la campaña contra Hamás.

Netanyahu atacó con dureza a los gobiernos que en los últimos días anunciaron el reconocimiento de Palestina como Estado, arguyendo que tales decisiones “envían un mensaje: asesinar a los judíos se recompensa” y que, por ello, reconocer un Estado palestino sería fomentar la impunidad. Además, acusó a la Autoridad Palestina de corrupción y responsabilizó a Hamás por la situación humanitaria en la Franja, denunciando el presunto desvío de ayuda:  “si no hay alimento suficiente es porque Hamas roba ese alimento y lo vende a precios exorbitantes para financiarse”, afirmó.

El primer ministro también dedicó párrafos a los rehenes israelíes y lanzó un ultimátum directo a Hamás: “Dejen las armas y liberen a los rehenes ahora. Si lo hacen, vivirán. Si no, Israel los encontrará”, dijo, y prometió que el Estado no descansará hasta traer a los suyos a casa. En su intervención no esquivó la amenaza a Irán: agradeció la línea dura de aliados relevantes y reclamó la reimposición y endurecimiento de sanciones para impedir que Teherán recupere capacidades militares y nucleares.

La táctica narrativa de Netanyahu  —mostrar mapas de operaciones en Gaza, Líbano, Siria e Irán, reproducir imágenes y alegar que su mensaje se oía en Gaza por altavoces y en teléfonos móviles— buscó cimentar la idea de una campaña militar necesaria para la seguridad regional. Rechazó las acusaciones de hambruna y genocidio y reivindicó medidas de mitigación civiles (folletos, llamadas de aviso y evacuaciones), al tiempo que acusó a Hamás de usar a la población como “escudos humanos”.

La reacción internacional fue inmediata y escenificó el aislamiento de Israel en la sala: delegaciones de países de Europa, África y el mundo árabe optaron por ausentarse o retirarse al ingreso de Netanyahu; otras, como la española, habían concertado ausencias con socios europeos. Las imágenes de la Asamblea semivacía contrastaron con los aplausos desde la tribuna de simpatizantes y con el respaldo público de algunos líderes presentes, entre ellos el presidente Donald Trump, citado por Netanyahu.

Para el gobierno argentino, la decisión reafirma la apuesta de Milei  por alinear a la política exterior con democracias que privilegian la seguridad frente a lo que el mandatario califica como “relativismo moral” de organismos multilaterales; además, busca consolidar la imagen presidencial como aliado firme de Israel en foros internacionales. El vínculo personal con Netanyahu y la instrucción de permanecer en la sala funcionan, en la óptica oficial, como gesto de lealtad que contrasta con el coro crítico global.

Derechadiario.com