Un eventual acuerdo con el país norteamericano exige compromisos y cancelación rápida.
El ministro de Economía, Luis Caputo, está gestionando un rescate en los Estados Unidos por un monto que rondaría los USD 5.000 a 10.000 millones, con el fin de reforzar la capacidad del Gobierno argentino para contener la presión cambiaria antes de las elecciones.
La idea central es asegurar que se podrá disponer de “hasta el último dólar” del financiamiento que otorgó el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La opción más resonante para lograr ese salvataje es acceder al Fondo de Estabilización del Tesoro de EE.UU., conocido como Exchange Stabilization Fund (ESF). Se trata de un instrumento excepcional que los Estados Unidos utilizan en casos de crisis financiera nacional. Sin embargo, tiene condiciones estrictas, entre ellas, una “seniority” con prioridad de cobro, lo que significa que suele tener preferencia frente a otros acreedores.
Ese carácter prioritario del posible préstamo es lo que preocupa a los bonistas internacionales. Si el Gobierno argentino acepta estas condiciones, los mercados temen que queden subordinados al préstamo de EE.UU., lo que podría generar dudas sobre la capacidad y voluntad de honrar los pagos de deuda futura (no sólo los inmediatos). Además, superar el umbral de USD 10.000 millones podría ser interpretado como que la crisis es aún más grave de lo que las autoridades admiten públicamente.
El calendario que marca la urgencia tiene varios hitos. Argentina tiene vencimientos importantes: USD 2.216 millones en pagos inmediatos (incluyendo ante el FMI) y otros compromisos mayores hacia enero de 2026, que suman alrededor de USD 4.200 millones para bonistas privados. Caputo ha afirmado que se podrá garantizar el pago de los vencimientos de enero y, si “va bien”, también los de julio siguiente.
Como alternativas de último recurso, el gobierno baraja medidas más riesgosas y menos deseables. Una es usar el oro como garantía para un nuevo repo, aunque en este caso la tasa exigida se ubica cerca del 15%, muy por encima de las operaciones anteriores. La otra opción es vender los treasuries (bonos del Tesoro de EE.UU.) que posee el Banco Central.
Mientras tanto, la especulación política y financiera crece día a día. Muchos creen que la decisión se dará a conocer antes de las elecciones; la reunión entre el presidente Milei y Donald Trump en Nueva York el próximo martes aparece como un momento clave. El mercado sigue escudriñando los números: aunque las reservas líquidas del Banco Central se calculan en casi USD 17.500 millones, una vez restados encajes y operaciones con swaps, los fondos “netos” son mucho menores.
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