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Nueva caída del interés de las cadenas de Milei, con la negatividad rebotando

La estrategia comunicacional del presidente volvió mostrar debilidades, en medio de la crisis política post elecciones bonaerenses.

La aparición presidencial del 15 de septiembre acumuló 83.300 menciones en redes sociales, con un nivel de rechazo del 80 %.

El desgaste del formato es evidente: las cadenas ya no generan el interés masivo de los primeros meses, pero sostienen una carga crítica cada vez más intensa.

El volumen de menciones confirma el desgaste del recurso

La cadena nacional del 15 de septiembre de 2025 generó 83.300 menciones en redes sociales.

Esa cifra refleja un nivel de conversación que se ubica en la franja baja del ciclo de discursos presidenciales.

Si se la compara con los picos iniciales, el contraste resulta contundente: el 20 de diciembre de 2023, la primera cadena alcanzó 280.200 menciones y el 1 de marzo de 2024 llegó a 239.700.

La caída en el interés es sostenida.

Con excepción de la apertura de sesiones del 1 de marzo de 2025, que reactivó el debate público y llevó el volumen a 145.600 menciones, la tendencia general muestra una curva descendente.

El recurso comunicacional de la cadena nacional perdió la capacidad de convocar audiencias masivas, al tiempo que quedó limitado a un núcleo de usuarios que interviene con mayor carga crítica.

El sentimiento digital permanece anclado en la negatividad

El análisis del índice NSR (Net Sentiment Rate) confirma que las cadenas nacionales de Javier Milei nunca lograron perforar la barrera de la negatividad.

El último registro del 15 de septiembre marcó -64 puntos, lo que lo ubica en la categoría de “muy malo”.

Ese resultado, si bien no es el peor del ciclo, ratifica la dificultad del presidente para mejorar la percepción digital de sus intervenciones en cadena.

El récord negativo se produjo el 1 de marzo de 2025, con -77 puntos, en un contexto de anuncios de ajuste fiscal.

Sin embargo, lo más significativo es que incluso las cadenas con menor volumen de menciones mantuvieron un patrón de rechazo constante.

La conclusión es clara: cuando la audiencia responde, lo hace mayormente desde la crítica y el malestar.

Los temas sensibles amplificaron las críticas

La nube de palabras de la cadena del 15 de septiembre ubica en el centro a “presupuesto”, acompañado de ejes de fuerte impacto social como “educación”“salud”“jubilación” y “universidad”.

El veto presidencial y los recortes en partidas claves explican buena parte del rechazo.

La presencia de menciones al Hospital Garrahan, a la situación de la discapacidad y a los cacerolazos muestran que el malestar traspasó lo económico y se expandió hacia temas de alta sensibilidad social.

Estos disparadores potenciaron la reacción negativa y vincularon la cadena con protestas ciudadanas, expresadas tanto en redes sociales como en la calle.

El desglose temático expone la centralidad de la política

La clasificación de menciones por temática permite profundizar en los ejes de la conversación:

  • Política (43,3 %) se consolidó como el foco principal, con el veto presidencial y la confrontación con el Congreso en el centro de la charla.
  • Gestión (16,5 %) y Economía (13,1 %) ocuparon un espacio relevante, en un clima dominado por la discusión del presupuesto, la inflación y las medidas de ajuste.
  • Agenda social (10,7 %) amplificó las críticas sobre salud, educación y jubilaciones, que quedaron asociadas a los efectos concretos de la política económica del gobierno.

Otros temas como seguridad (1,2 %)producción (1,3 %) o relaciones internacionales (1,4 %) tuvieron una participación marginal en la conversación digital, lo que muestra la centralidad del debate interno sobre la gestión económica y política.

La inflación como traductor social del malestar

Uno de los datos más llamativos que dejó la cadena nacional del 15 de septiembre fue la centralidad que adquirió la palabra “inflación” en la conversación digital.

El presidente Javier Milei no colocó a la inflación en el centro de su mensaje.

Sin embargo, los usuarios de redes sociales convirtieron ese concepto en uno de los ejes principales del debate.

El fenómeno tiene varias explicaciones.

En primer lugar, la inflación se transformó en la traducción inmediata que la sociedad hace cada vez que se discute sobre presupuesto, déficit o vetos presidenciales.

Los anuncios de Javier Milei vinculados al ajuste presupuestario se interpretaron en clave directa: menos recursos, más problemas y, en consecuencia, la persistencia del grave problema de no llegar a fin de mes que padecen millones de argentinos.

En segundo lugar, la inflación funciona como un marco interpretativo transversal.

No necesita estar mencionada en el discurso para instalarse en la conversación.

En la percepción ciudadana, cualquier medida económica —desde la reasignación de partidas hasta un veto al Congreso— impacta en el costo de vida, en los precios y en la pérdida del poder adquisitivo.

En tercer lugar, la asociación con palabras negativas como “crisis”“déficit” y “veto” reforzó su centralidad.

En este ecosistema adverso, “inflación” se convirtió en la etiqueta que sintetizó el malestar económico, incluso más allá de la agenda presidencial.

Finalmente, hay que señalar el rol de la oposición digital, que amplificó críticas y viralizó hashtags con referencias explícitas a la inflación como símbolo del fracaso del rumbo económico.

De este modo, la inflación reapareció como un concepto anclado en el inconsciente digital colectivo: aun cuando el presidente intente instalar otros temas, el malestar económico siempre se filtra en la charla social bajo esta palabra clave.

Una herramienta de comunicación que ya no marca agenda

El balance de casi dos años de cadenas nacionales permite trazar una conclusión firme.

El formato perdió potencia para instalar agenda y hoy aparece asociado más a la reacción negativa que a la atención masiva.

El efecto novedad se agotó, el interés se redujo y el rechazo se consolidó como la constante de cada intervención.

El presidente Javier Milei todavía encuentra en las cadenas un espacio de exposición privilegiado, pero las métricas del social listening muestran un escenario adverso.

El recurso ya no amplifica mensajes, sino que tiende a reforzar la percepción crítica de quienes siguen participando de la conversación en redes sociales.

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