Los últimos cinco meses del 2021 presentan un panorama más que desafiante en materia de política monetaria y cambiaria. La ecuación es la peor posible desde el punto de vista del Banco Central. En los próximos meses habrá pérdida de reservas para hacer frente a la dolarización de portafolios y el aumento de importaciones de energía. Al mismo tiempo, crecerá fuertemente la cantidad de dinero circulante, ante la necesidad del Tesoro de contar con recursos para hacer frente al aumento del déficit fiscal por el aumento del gasto preelectoral.

La consecuencia de ambos fenómenos es que el denominado “dólar convertibilidad” pegará un fuerte salto en los próximos meses. Según una proyección realizada por el economista Fernando Marullel tipo de cambio “convertible” pasará de $ 192 a $ 250 para fin de año, es decir un impactante aumento de 30{688a8ce96c256f08401d8e2f5c8db48dc2792b622bdd2a5bb1e6509fa5d7b8e2} en un escaso período de tiempo.

El cálculo surge de dividir la cantidad de dinero en términos amplios (incluyendo circulante y depósitos) contra las reservas brutas del Central: $ 7,7 billones versus poco más de USD 40.000 millones. La correlación entre esté cálculo de “convertibilidad” y el precio del dólar libre es muy fuerte a lo largo de los años, aún cuando se trata de una estimación discutible, sobre todo porque las reservas líquidas no superan los USD 8.000 millones. Allí se descuentan el “swap” de monedas con China (casi USD 20.000 millones) y los encajes en dólares por tratarse de depósitos de ahorristas (unos USD 10.000 millones).

La relación entre cantidad de dinero en la economía y stock de reservas del Banco Central sufrirá un importante deterioro en los próximos meses. Esto se traducirá en un fuerte aumento del tipo de cambio de “convertibilidad” en los próximos meses

Pero más allá de estos factores, el cálculo teórico demostró ser bastante útil para proyectar la cotización del dólar libre.

El salto del teórico “dólar convertibilidad” está relacionado con la fuerte emisión de pesos que deberá efectuar el BCRA en el segundo semestre, mientras que las reservas no sólo dejarán de crecer sino que incluso caerán luego de haber tocado máximos de USD 43.000 millones el mes pasado.

En julio la inyección de pesos del BCRA a favor del Tesoro llegó a $ 180.000 millones y se estima que en lo que resta del año serán otros $ 730.000 millones para hacer frente al aumento del gasto electoral. Se estima que el déficit fiscal primario terminará en alrededor de 4{688a8ce96c256f08401d8e2f5c8db48dc2792b622bdd2a5bb1e6509fa5d7b8e2} del PBI y más del 60{688a8ce96c256f08401d8e2f5c8db48dc2792b622bdd2a5bb1e6509fa5d7b8e2} será financiado por emisión mientras que el resto provendrá de colocación de deuda por parte del Tesoro en el mercado local.

El salto del teórico “dólar convertibilidad” está relacionado con la fuerte emisión de pesos que deberá efectuar el BCRA en el segundo semestre, mientras que las reservas no sólo dejarán de crecer, sino que incluso caerán

La lógica detrás del “dólar convertible” es cuál sería el precio al cual podrían rescatarse todos los pesos que existen en la economía por las reservas del Central. Ése fue el cálculo que se hizo en 1991 cuando Domingo Cavallo estableció el “1 a 1”. Claro que cuando se toman las reservas “reales”, es decir dólares propios que tiene el BCRA, allí las cosas se complican mucho más. En ese caso el valor del tipo de cambio de convertibilidad se acerca a los $ 600.

Más allá de las discusiones sobre la lógica de tomar en cuenta esta proyección, los interrogantes pasan por una tendencia que difícilmente se modifique al menos hasta fin de año. La lógica de un mercado cada vez con más pesos y menos dólares conducirá a mayor presión cambiaria y por ende inflacionaria.

Las miradas apuntan tanto a la brecha cambiaria como al futuro del dólar oficial. En julio el dólar subió apenas 1,05{688a8ce96c256f08401d8e2f5c8db48dc2792b622bdd2a5bb1e6509fa5d7b8e2}, aún más lento que el 1,2{688a8ce96c256f08401d8e2f5c8db48dc2792b622bdd2a5bb1e6509fa5d7b8e2} de junio. Hasta las elecciones seguiría el mismo ritmo, pero después es inexorable que vuelvan los ajustes como mínimo al mismo ritmo que la inflación. Sobre todo si la idea es evitar un salto cambiario brusco durante el verano.

 

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