Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejáos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

 

El poema Hombres necios que acusáis aborda el tema del trato desigual de la mujer por parte de los hombres y de la sociedad. Está compuesto por 16 estrofas de tipo redondilla. En él se anuncian cuestiones relacionadas con la actitud injuriosa y contradictoria de los hombres hacia las mujeres, también a la doble moralidad de los mismos.

Este poema podría analizarse en tres partes atendiendo a su estructura. En primer lugar, la estrofa inicial es la introducción al tema de protesta e indica a quién se dirige. Después, pone de manifiesto los argumentos de la acusación casi hasta las dos últimas estrofas. Finalmente, apela a los hombres para que traten justamente a las mujeres.

Defensa de la mujer

El poema comienza sentenciando al hombre, al cual se dirige. La voz poética, en este caso sería una mujer, toma una postura crítica hacia la forma en que el hombre actúa de manera hipócrita, egoísta e impulsiva hacia la mujer. Pero, ¿cuál es la razón?

Esta postura crítica de Sor Juana Inés de la Cruz emerge en un mundo desigual y patriarcal. En el siglo XVII, esta religiosa defiende la figura femenina y su valor. Este poema parece ser un llamado de atención al trato y lugar que los hombres daban a las mujeres de su época.

En cada uno de los versos se pone en evidencia la actitud injuriosa y difamatoria del género masculino hacia el femenino, así como todos los defectos que los hombres poseen, los cuales utilizan para calumniar a las mujeres.

A su juicio, ellos son quienes incitan a las mujeres a cometer malas acciones para estar con ellas y luego las acusan de ser livianas.

Acusaciones al hombre: su actitud contradictoria

A medida que avanza el poema parece ir aumentando el tono. Sor Juana Inés va recopilando una serie de argumentos para, efectivamente, demostrar la actitud hipócrita e inconsecuente de los hombres. Pero, ¿cómo lo hace?

Llama la atención como, en una de sus estrofas, utiliza un tono más humorístico al comparar el comportamiento de los hombres con el de los niños:

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

¿Acaso con esta comparación está poniendo en evidencia su madurez y su responsabilidad? Posiblemente la escritora esté afirmando que la actitud del hombre es contradictoria. Primero pide algo a la mujer, después él mismo se aterra con lo que le ha solicitado.

Dos tipos de mujer: alusiones a la mitología grecolatina

También es interesante cómo Sor Juana Inés hace alusiones a la mitología grecolatina a través de las figuras de Thais y Lucrecia en la quinta estrofa del poema.

Con estas dos figuras la autora se refiere a dos prototipos de mujer. Thais, relativa a la mitología griega, era una cortesana ateniense que acompañaba a Alejandro Magno, en este poema se alude a ella como símbolo de deshora o falta de moral.

Lucrecia, según la leyenda latina, era una mujer romana bella y honrada, la cual acabó con su propia vida tras sufrir una violación. Aquí se menciona su nombre como signo de pureza y honestidad.

Es evidente que con esta antítesis, sor Juana Inés deja claro que los hombres buscan a una mujer como Thais para “pretenderla”. Pero como esposa reclaman la honestidad de Lucrecia. Ambas tienen cualidades opuestas y reiteran la contradicción permanente de los hombres.

Moralidad de doble rasero

Es evidente la doble moralidad que subiste en los hombres al culpar a las mujeres. Sor Juana Inés defiende a la mujer atendiendo siempre a argumentos que ponen de manifiesto el comportamiento hipócrita de los hombres.

La autora parece luchar por una moral justa e igualitaria para ambas partes. El hombre es el que seduce y la mujer se deja cautivar. Por lo tanto, también resalta el valor moral que ambos deberían tener y diferencia tanto lo bueno como lo malo de cada uno.

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Este retruécano, en cierta medida, culpabiliza a ambos del “delito” o “pecado carnal”. Pues es de igual culpa la mujer que se dedica a comercializar su cuerpo por dinero que aquel que compra el servicio.

La petición final

Hacia el final del poema. La autora dedica la última estrofa a hacer una petición evidente a los hombres, para ello hace uso del imperativo del verbo dejar. Con ello quiere que los hombres no culpen a las mujeres. Sin embargo en el último verso, con un tono burlón, duda que esto ocurra, ya que los señala de “arrogantes”.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

¿Primera declaración feminista?

Este poema en realidad es una sátira filosófica y como tal su finalidad es la de expresar, con tono burlesco, la indignación hacia algo o alguien. Es importante entender este poema en su contexto pero, ¿cómo ha resistido al paso del tiempo? ¿Se puede considerar este el primer “manifiesto feminista” como apuntan algunas investigaciones? ¿Cómo puede ser su lectura en la actualidad?

Estamos ante una creación del siglo XVII, en el que es evidente que la sociedad era notablemente machista. Sor Juana Inés, en gran medida, rompe con el prototipo de mujer como esposa y madre, el cual no contempla el desarrollo académico femenino, pues decide dedicarse al estudio de las letras.

Este poema es, cuanto menos, pionero y revolucionario en la época, pues no existe nada semejante escrito por una mujer hasta ese momento.

Es evidente que la realidad de la mujer del siglo XVII al siglo XXI ha cambiado. Sin embargo, la sociedad aún sigue siendo discriminatoria en algunos aspectos. Tampoco es igualitaria en todos los países, mientras en unos puntos de geografía mundial algunas barreras en cuestión de género ya han sido superadas, en otros lugares algunas mujeres se enfrentan a una sociedad desigual en materia de derechos por ser mujer.

Mientras exista una “lucha” evidente en esta cuestión y no se alcance una igualdad real, una lectura de este poema de Sor Juana Inés de la Cruz puede ser siempre una oportunidad para inspirar al cambio.

Estructura, métrica y rima

El poema Hombres necios que acusáis es una redondilla está formado por 16 estrofas de cuatro versos octosílabos cada una, lo cual se considera de arte menor. Los versos riman el primero con el cuarto y el segundo con el tercero, lo que se considera rima abrazada.

La rima es consonante y se repite en cada estrofaabba.

Figuras literarias

El uso de figuras literarias es constante a lo largo del poema, veamos algunas de las más importantes:

Antítesis, que se genera gracias a la contraposición de afirmaciones.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

Paralelismo, se da al repetir la misma estructura gramatical y alterando algún elemento.

Si no os admiten, es ingrata
y si os admiten, es liviana.

Apóstrofe, se emplea para invocar de forma impetuosa a un interlocutor, en este caso a los hombres.

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Retruécano, con esta figura retórica se contraponen dos frases y las palabras se ordenan de manera diferente para crear un significado contrario.

La que peca por la paga
o el que paga por pecar.