Los trabajadores de Perfil emitieron un comunicado al límite que se viralizó en las redes sociales: “están jugando con nuestros hijos y con nuestra salud”. Es que, una vez más, la empresa de Fontevecchia adeuda aguinaldos y sueldos, además de paritarias “vergonzosas”, según describen los redactores. Largas jornadas de trabajo y malos tratos, entre otras denuncias.

Un inquietante hilo en Twitter de Agustín Colombo, periodista y Delegado del Sindicato de Prensa de Buenos Aires, describe con crudeza una situación inimaginable para una compañía periodística que irradia supuestos valores con las emblemáticas columnas de su dueño. Desde violencia laboral hasta enfermos con cáncer que no tienen obra social y periodistas que no les alcanza para comer por los deficientes salarios.

Y el artífice de todo es el periodista Fontevecchia, que se encuentra en un mar de reclamos – casi – insostenible. Tiene deudas con entidades bancarias en nivel 3, es decir, con problemas. Según los registros del Banco Centralemitió desde 2018 hasta la fecha 317 cheques sin fondos por una suma de $47.000.000, cifra que se agranda con la emisión de documentos con defectos formales. Algunos logró cubrir pero un centenar, no. Si bien es cierto que gran parte del período coincide con la cuarentena, las crisis por incumplimiento de obligaciones entre la famosa editorial y sus contratados se remonta a diferentes épocas y se repiten sucesivamente. Además, se denuncia que el dinero se direcciona a otros destinos y no al pago de los sueldos.

Es llamativa también la reconciliación entre este grupo y poder de turno, ya que en plena pandemia firmó un contrato con el gobierno de Alberto Fernández por $23 millones para imprimir cuadernillos escolares, además de algunas sugestivas tapas del presidente vestido de super héroe.

Es cierto: abrir un medio implica generar un nuevo canal de expresión y dar fuentes de trabajo, y conlleva un riesgo enorme en un país con una inestabilidad económica y jurídica fenomenal. Pero la precarización llega a extremos insospechados y el deber del “cuarto poder” es informar, pese a quién le pese, con el riesgo de ir contra los grandes dueños de las noticias que a veces se transforman en noticia.

*Fuente: Impacto Periodismo

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