“El sábado a la noche le había pedido a Mauricio que compre unas fresias y cuando las trae lo reté, porque le dije estas flores no huelen a nada. Entonces ahí se me prendieron todas las alarmas, subí corriendo a mi baño, agarré todos los perfumes, empecé a probar desesperadamente todo y me di cuenta que nada de nada. A tal punto que me trajo una cuchara de vinagre, me la hizo tomar y me pareció agua”, relató Gallego, quien se hizo el análisis de manera privada.

Ahora todos los compañeros de trabajo están en alerta.

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